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domingo, mayo 4, 2025

Ayuden a Correa, ¡enloqueció!

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Por: Antonio Ricaurte

Me imagino que el ex presidente Rafael Correa, tendrá a alguien que le quiera. No creo que esté rodeado únicamente de interesados, a los que solo les importa ser candidatos a asambleístas para ser arrastrados por el voto duro de la Revolución Ciudadana, y así poder ganar una elección. Si alguien lo quiere y le importa el ex presidente, debe preocuparse por su salud mental de manera urgente.

Todos los seres humanos, en algún momento de la vida, sufrimos algún tipo de dolencia emocional: angustia, ansiedad o depresión. Las hormonas se comportan de manera desordenada, los neurotransmisores dejan de funcionar adecuadamente, y caemos en estados de alteración emocional que pueden ser peligrosos, si no se acude a tiempo a un profesional.

Quienes se hacen políticos, deben estar enfermos. Enfermos de ego y de vanidad. El ser humano busca el poder político para tapar sus traumas, sus complejos. El político está lleno de odio, de venganzas y de envidias.

El ex presidente Correa disfruta de atacar, insultar y pelear con propios y extraños. Le encanta vivir metido en el pestilente lodazal de la política. No se aguanta. Se despierta y busca con desesperación su celular. Depende del estado anímico con el que se despierte, para que tome la decisión de cocinar, montar en bicicleta o vomitar su odio acumulado, en contra de quien se le cruce en las redes sociales. Sean estos amigos, enemigos, aliados o críticos. Para él, da lo mismo.

El Dr. David Owen, en su obra ‘’En el poder y en la enfermedad”, describe con lujo de detalles, las enfermedades que han aquejado a los líderes más importantes de la historia. Entre las enfermedades más recurrentes, Owen, describe “el síndrome de hubris”. Ese padecimiento lo sufren quienes llegan a tener poder. Esa enfermedad es letal. Los políticos se encierran en su micro mundo. Los amigos, los aduladores, les hacen creer que son todopoderosos, y luego caen de manera fatal. Correa, también padeció esa enfermedad. También parece que padece de trastorno límite de la personalidad. Este trastorno, que sufren los gobernantes con frecuencia, se caracteriza por presentar cambios frecuentes y explosivos de carácter. Es frecuente la desconexión emocional con su entorno, no tienen apego con nadie, solo piensan en ellos, son vanidosos y egoístas.

A Correa nunca le han importado sus amigos, jamás le han importado sus candidatos, sus odios y vanidades, le han impedido que desee sinceramente que alguien de su partido gane la presidencia.  Después de él, el diluvio. Su inconsciente, le hace actuar en contra de sus candidatos para impedir su triunfo.

Ha sido el voto duro correísta (48%), el que les ha permitido llegar a segunda vuelta, pero ha sido la locura de Correa, la que les ha impedido ganar la presidencia. Nunca más la ganarán.

Las alteraciones emocionales y la locura de Correa han sido evidentes durante muchos años, pero su enfermedad va en ascenso. Estos días, ha empeorado y ha dicho públicamente que la raya de la votación, de quienes votaron por Luisa, caminó hacia el casillero de Noboa. Parecería que estamos frente a una persona con rasgos esquizofrénicos.

Es urgente, que quienes se interesen por la salud de Correa le acompañen a un psiquiatra. Más allá de sus posturas políticas, es un ser humano.

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