Cuando el Gobierno de Gustavo Noboa en el 2001, creó el Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva y Reducción del Endeudamiento Público (FEIREP), los futuros nuevos ingresos peroleros debían ahorrarse en ese fondo de contingencia que ya para el 2005 alcanzó a acumular más de $1070,4 millones y que, según los entendidos, de continuar con esa política de ahorro, bien podría haber estado sobre los $ 7000 millones.
Estos “fonditos” del Feirep como sardónicamente los calificó Rafael Correa con el argumento de que no “tienen sentido técnico ni ético” que “son dizque para guardar estabilidad, sin escuelas, sin carreteras, es decir miserablemente estables” fue despilfarrado. De hecho más de la mitad de esos “fonditos” se fueron en gasto corriente y nunca sirvieron para pagar la deuda pública, antes bien, aumentó a cantidades sin precedentes. De hecho, los “fonditos” que llegaban de la bonanza petrolera se fueron en obras, muchas de ellas innecesarias como aeropuertos fantasmas, la refinería del Pacífico, hidroeléctricas inacabadas o mal hechas, la Ciudad del conocimiento y otras, todas con la marca de sobreprecios y corrupción.
Los países previsivos que crearon los “fonditos” como Chile, Perú, Estados Unidos, Noruega y otros están valiéndose de esos ahorros para afrontar la crisis mundial generada por el coronavirus que azota a todas las naciones. Ahora mismo, Noruega que hace más de dos décadas creó una cuenta de ahorros con los ingresos petroleros, según una nota periodística, tiene el mayor fondo de inversión del mundo, donde a cada noruego le correspondería 200.000 euros .Eso es una política seria, con visión de futuro y con alta responsabilidad social y patriótica. Impensable en nuestros “estadistas”
¡Cuánta falta nos hace esos “fonditos” ridiculizados sarcásticamente en horas de bonanza! Ahora los hubiéramos utilizado con holgura en la crisis actual como en las horas difíciles del terremoto de 2016 que asoló las provincias de Manabí y Esmeraldas.