El país vive momentos de agobio, desesperanza y desilusión por la jornada de protestas y movilizaciones en contra del gobierno nacional. Los sentimientos corresponden a diferentes sectores, de oposición y cercanos al presidente Guillermo Lasso.
Por un lado, están los detractores, los incrédulos y algunos incendiarios que se aprovechan de las manifestaciones populares para hacer daño a otros. Lo cierto es que ellos representan a quienes reprueban las políticas gubernamentales frente a decisiones absurdas que golpean la economía de los ecuatorianos y la imagen internacional, como la trama de Pandora Papers, aunque la inconformidad principal sea el incremento del precio de los combustibles.
De otra esquina están quienes se identifican con Guillermo Lasso y, como si se tratase de una polarización, se exponen como anticorreístas. Aquellos que creen que Ecuador podría estar gobernador por cualquiera, menos por algún representante del expresidente Rafael Correa.
Pero a ellos, hoy, los une una particularidad, que tiene que ver con que la vacunación ya no dura cuatro años. Que estamos sanos y salvos –no todos– gracias a un excelente programa de vacunación, pero no hay empleo, no hay estabilidad económica, nos trauma la inseguridad ciudadana y el precio del barril del petróleo hace varios días que ya superó los 80 dólares. Sí, los ochenta dólares.
La respuesta del Presidente es la siguiente: un Decreto Ejecutivo que asusta con la privatización del servicio eléctrico y un viaje al exterior que se prolonga hasta el 7 de noviembre. En fin, decisiones presidenciales. Esperamos que luego de su arribo tengamos respuestas.
