En un mundo marcado por conflictos armados, desastres naturales y crisis humanitarias, la Cruz Roja se mantiene como un faro de neutralidad, imparcialidad y ayuda desinteresada. Su fuerza radica en su compromiso con los principios fundamentales: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad. Estos valores, lejos de ser meras palabras, se traducen en acciones concretas cada día. Fundada en 1863 en Ginebra por Henry Dunant, la organización ha evolucionado hasta convertirse en un movimiento internacional presente en casi todos los países del planeta, ofreciendo auxilio en los momentos más oscuros de la humanidad.
Este 8 de Mayo, nuestra Cruz Roja Ecuatoriana conmemora su Día. Se creó en la presidencia del general Eloy Alfaro (1910), con el fin de aliviar el dolor individual y colectivo, socorrer y salvar vidas en tiempos de paz y de guerra. Desde entonces, su vida institucional está llena de humanismo cumpliendo su misión de aliviar el sufrimiento de muchos ecuatorianos, de proteger y garantizar la vida y la salud comunitaria a través de rehabilitaciones, servicios de hematología, serología, genética molecular, inmunogenética, atención hospitalaria a niños extraviados, servicio ortopédico, odontológico, atención clínica, bancos de sangre, silla de ruedas, a costos simbólicos porque la intención primaria es dar servicio.
Pero además, esta benemérita Institución prepara a la comunidad para minimizar el riesgo en desastres; envía brigadas de ayuda humanitaria, atiende emergencias a través de los centros de comunicación y con voluntarios capacitados en socorrismo, rescate acuático, vehicular, alta montaña y más tipos de desastres. En todas las provincias, la Cruz Roja Juvenil opera con servicios de ambulancia, socorro, rescate, tránsito, campamentos, primeros auxilios; enfrenta retos y ayuda a las personas vulnerables; es leal a su vocación de servicio social con optimismo y responsabilidad.
La Cruz Roja Ecuatoriana, bajo el símbolo de humanismo universal, protege la vida, la salud, la dignidad humana; ayuda al conglomerado social a prepararse mejor para afrontar desastres y emergencias, construye una cultura de no violencia y paz. Los principios de unidad, independencia, solidaridad, imparcialidad son, entre otros, los ejes de su accionar generoso, patriótico, humanitario.
Es deber de los gobiernos, las empresas y los ciudadanos apoyar su misión, no solo con donaciones, sino también con respeto a sus principios y su espacio de acción. La Cruz Roja no pertenece a una ideología ni a una bandera: pertenece a todos. Y en tiempos de crisis, eso lo convierte en uno de los mayores tesoros de la humanidad.
