La tarde del 1 de mayo se tiñó de tragedia en el cantón Colta, cuando dos adolescentes fueron arrollados por una camioneta doble cabina que se desplazaba a gran velocidad por la carretera Panamericana E35.
El hecho ocurrió en el sector Troje y Secao de la parroquia Columbe, instantes después de que los jóvenes descendieran de un bus. En su intento por cruzar la vía, no advirtieron la cercanía del vehículo que los embistió sin frenar.
El impacto fue fulminante: ambos fallecieron en el sitio, mientras el conductor responsable escapaba del lugar sin prestar ayuda. La escena fue desgarradora. Vecinos que presenciaron el hecho quedaron en shock y, entre gritos de impotencia, alertaron a las autoridades.
La Policía Nacional y la Comisión de Tránsito del Ecuador llegaron al lugar para realizar el levantamiento de los cuerpos y recabar indicios que ayuden a identificar al responsable. De inmediato se activaron operativos de búsqueda y se hizo un llamado a la ciudadanía para aportar información que permita dar con el paradero del conductor fugitivo.
La indignación crece entre los habitantes, que sienten que este tipo de tragedias se repite con dolorosa frecuencia. El impacto emocional ha sido profundo.
Familias, docentes y vecinos del colegio al que pertenecían los estudiantes, no encuentran consuelo. “No podemos permitir que esto se vuelva normal. Perdimos a dos jóvenes por una imprudencia y por la falta de controles”, expresó un morador del sector. El dolor se ha transformado en una demanda colectiva por justicia y seguridad vial.
La comunidad exige respuestas concretas, porque sienten que la vida de sus hijos no puede depender del azar ni de la irresponsabilidad ajena. Este lamentable hecho no es aislado.
La Panamericana E35, a su paso por Chimborazo, ha sido testigo silencioso de múltiples accidentes, muchos de ellos con víctimas mortales. Aunque las autoridades han prometido mejoras en seguridad vial, los hechos demuestran que las soluciones aún no llegan.
