VIOLENCIA
La noche del 18 de mayo, un disparo seco rompió la quietud en la intersección de las calles España y Esmeraldas, en el centro de Riobamba. Fue un solo estruendo, suficiente para sembrar el pánico y sacudir la rutina de los vecinos.

Minutos después, el miedo tomó forma sobre el asfalto: el cuerpo de un hombre yacía inmóvil junto a un contenedor de basura, en medio de un charco de agua estancada. Tenía la frente cubierta de sangre y una herida visible en la cabeza. Vestía una chompa azul marino con franjas blancas, jeans y zapatillas oscuras.
Los moradores, aún incrédulos, salieron tras escuchar la detonación. “Pensamos que era un petardo, pero luego vimos al señor en el suelo, no se movía”, relató una vecina. Según versiones preliminares la víctima fue identificado como como Fabián E., de 69 años.
Agentes de la Policía Nacional, Fiscalía, Criminalística y DINASED acordonaron el área y comenzaron las pericias. Confirmaron lo que muchos ya temían: la víctima tenía un orificio de entrada en la cabeza, presuntamente causado por un proyectil. Todo apunta a un caso de sicariato.
En el lugar no se halló el casquillo ni el proyectil. Los investigadores levantaron huellas, grabaciones de cámaras de seguridad y declaraciones, pero hasta ahora no hay detenidos ni un móvil claro.
El cuerpo fue trasladado al Centro Forense de Riobamba, donde se le practicará la autopsia para determinar con precisión la causa de la muerte, este hecho ha generado consternación. Riobamba, hasta hace poco ajena a crímenes de este tipo, comienza a vivir una realidad que ya golpea a muchas ciudades del país.