TRAGEDIA
La madrugada del lunes 7 de abril transcurría con aparente normalidad en el sector Corona Real, una zona residencial ubicada al norte de Riobamba, sin embargo, al interior de una vivienda, una acalorada discusión entre una pareja derivó en una tragedia, un joven de 27 años perdió la vida, presuntamente a manos de su esposa. Lo más desgarrador del suceso fue la presencia de su hijo, un niño de ocho años, quien fue testigo directo de los hechos.

De acuerdo con la información proporcionada por la Fiscalía, la pareja había asistido a una reunión social horas antes. Ya en su domicilio, una discusión aparentemente motivada por un cargador de celular escaló con rapidez. La pelea pasó de los reclamos a los gritos, de los gritos a los empujones.
En medio de ese ambiente tenso, Gina M., de 28 años, habría tomado un cuchillo y, en un solo movimiento, apuñaló a su esposo en el pecho. Los hermanos de la procesada, que se encontraban en la vivienda, intentaron socorrerlo. Llamaron al ECU 9-1-1 y a la Policía Nacional, sin embargo, el joven falleció en el lugar.
Su cuerpo quedó tendido en el suelo, mientras su hijo testigo involuntario del hecho trataba de comprender lo ocurrido. Gina M. fue detenida y puesta a órdenes de la Fiscalía. En la audiencia de flagrancia y formulación de cargos, el fiscal del caso presentó pruebas clave: el acta de levantamiento del cadáver, los informes policiales, y el testimonio de los agentes aprehensores.
Pero fue la declaración del niño lo que dio mayor peso al relato de los hechos. El juez de Garantías Penales acogió el pedido de prisión preventiva y ordenó su encarcelamiento inmediato. La instrucción fiscal se extenderá por 30 días, tiempo en el cual se continuará recabando información y testimonios.
La acusación es clara: presunto delito de asesinato, contemplado en el artículo 140 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), cuya pena va de 26 a 30 años de prisión. Este no es solo un caso aislado, es un reflejo de lo que ocurre en muchos hogares del país, donde la violencia de género y los conflictos familiares muchas veces se viven en silencio, hasta que es demasiado tarde.
La muerte del joven y el encarcelamiento de su pareja abren una herida profunda pero también son un llamado urgente a revisar qué ocurre dentro de nuestras casas, qué señales estamos ignorando, y qué estamos haciendo o dejando de hacer para prevenir hechos como este.
Uno de los aspectos más impactantes del caso es la participación, sin quererlo, del hijo de la pareja. Su relato fue decisivo. El menor narró con detalle cómo se desarrolló la discusión y el momento exacto en que su madre tomó el cuchillo. El impacto psicológico para el niño es incalculable.
En cuestión de minutos perdió a su padre y vio a su madre ser esposada por la Policía. Las autoridades no han confirmado por ahora bajo qué régimen quedará el menor, pero se presume que será acogido por familiares cercanos