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Estreno doloroso para uno de los combinados ecuatorianos con mejor proyección de los últimos tiempos.
. El primer encuentro jugado por la Tricolor después del Mundial catarí se produjo hace unos días en la ciudad de Sídney frente a la selección australiana, en un amistoso en el que los visitantes cayeron derrotados por tres goles a uno. Ni siquiera el debut de Félix Sánchez, sucesor de Gustavo Alfaro en el banquillo sudamericano, sirvió para transmitir a los jugadores la intensidad que requieren este tipo de citas internacionales. Tampoco ayudó la ausencia de la tecnología VAR, teniendo en cuenta que el anfitrión cobró dos tantos en claro fuera de juego.
Además, las bajas de los lesionados Enner Valencia, Gonzalo Plata y Carlos Gruezo es también otro de los factores que no han ayudado a cuajar una buena imagen sobre el césped. Tal vez la imposibilidad de contar con ellos, acostumbrados a salir de inicio y sostener el peso del ataque, haya desestabilizado al resto de sus compañeros. En cualquier caso, la decepción ha sido grande, máxime cuando los pronósticos en las apuestas deportivas de ecuador eran inicialmente prometedores para los de Félix Sánchez.
Pese a las coordenadas adversas, la Tricolor arrancó el duelo buscando y consiguiendo la posesión de la pelota. Fue este interés por amasar circulaciones largas el que dio origen a los primeros acercamientos ecuatorianos sobre el arco defendido por el guardameta Mathew Ryan. La propuesta ofensiva, de transición constante entre el centro del campo y la última línea, obligó a Australia a encerrarse atrás y a vivir a la espera de algún contragolpe productivo. No fue un episodio traumático para el cuadro Socceroo, que acostumbra a sentirse muy cómodo en estos escenarios.
El primer gol del partido, obra de los australianos en el minuto doce, apareció precisamente bajo esta dinámica, en una acción de estrategia nacida de un saque de falta en territorio de tres cuartos. Un desplazamiento en diagonal dejó la pelota en los pies de Jackson Irvine que, ya dentro del área chica y sin oposición alguna, sirvió de inmediato un pase de la muerte a su compañero Mitchell Duke. El ariete sólo tuvo que empujar el esférico para batir a Ramírez e iluminar el marcador. Aunque el árbitro dio por buena la diana, esta se produjo en posición adelantada.
El 1-0 no amedrentó en los compases sucesivos a los futbolistas de Sánchez, empeñados todavía en una tentativa de creación que dio lugar a varias ocasiones de peligro. La igualada llegó al cabo de los diez minutos, gracias sobre todo a la potencia de los centrales ecuatorianos en el espacio aéreo. Jeremy Sarmiento, desde el pico del área grande, fabricó un centro al segundo palo que encontró en Félix Torres una impecable dejada con la cabeza. El zaguero visitante supo elevarse por encima de sus rivales y clavar en el sitio, sin opciones, a Mathew Ryan, que ni siquiera hizo el intento de llegar al remate.
El choque se complicó para Ecuador a la media hora de juego, cuando Sarmiento, que estaba siendo de los más destacados, se vino al suelo aquejado de un dolor intenso en el pie. En su lugar apareció Alexander Alvarado, que reforzó como pudo el tridente ofensivo, sin demasiada notoriedad. El contratiempo vino acompañado de otro todavía más afilado: una pérdida clamorosa de Hincapié en torno a la media luna dejó el balón en las botas de Mabil, cuyo disparo seco desde el área pequeña encajó sin error en la escuadra de Ramírez. Australia se ponía por delante.
Con el tiempo en contra, Félix Sánchez optó por el riesgo y lanzó a la Tricolor abiertamente al ataque. Los ecuatorianos adelantaron las líneas y subieron casi a la desesperada, facilitando con ello un mapa de espacios que Australia supo exprimir a la contra. A seis del noventa, los de Graham Arnold tejieron una jugada infinita que terminó con Garang Koul, asistido en corto por Behich, haciendo en fuera de juego el 3-1 definitivo. En el horizonte ya planea el segundo amistoso con los australianos, una oportunidad de oro para resarcir la mala pata de Félix Sánchez.
