Liga Deportiva Universitaria, un club forjado en la historia de la Copa Libertadores, encontró en su casa la ruta para reivindicarse y lo hizo de la mano de un goleador con olfato, coraje y temple.

Alex Arce, el artillero paraguayo, firmó un doblete que selló el triunfo por 2-0 ante Deportivo Táchira, renovando la fe de un equipo que aspira a ser protagonista en el Grupo C del torneo continental. Los tres puntos conseguidos en Quito consolidan a Liga como líder del grupo.
En un inicio de temporada que ha sido irregular por momentos, el equipo de Pablo “Vitamina” Sánchez mostró señales de recuperación, orden, ambición y, sobre todo, eficacia. Y en un certamen tan exigente como la Libertadores, donde cada detalle cuenta, saber capitalizar los momentos puede marcar la diferencia.
LDU se adueñó del balón, buscó amplitud por las bandas y trató de romper la resistencia del bloque defensivo de Táchira con movimientos verticales y cambios de ritmo. Sin embargo, la primera parte fue una prueba de paciencia. Las chances más claras nacieron desde la insistencia.
Un remate de Alzugaray que besó el poste y un centro envenenado de Quiñónez que terminó chocando con el travesaño fueron las alarmas iniciales para la visita. Pese a ello, Liga se fue al descanso con el marcador en blanco, mientras los hinchas empezaban a mirar el reloj con preocupación. Táchira, por su parte, planteó un partido cauteloso.
Su propuesta se basó en el orden defensivo, el achique rápido y las salidas esporádicas al contragolpe, pero sin mayor profundidad. La prioridad era sostener el cero, y lo lograron durante los primeros 45 minutos. A los 60 minutos, Bryan Ramírez desbordó por izquierda con precisión quirúrgica y envió un centro al área.
Allí, como dictan los manuales del buen delantero, Alex Arce se elevó con potencia y ubicó el balón lejos del alcance del arquero. Cuando el partido se acercaba al final, y el rival buscaba tímidamente el empate, un rebote en el área fue capitalizado por el paraguayo con frialdad. El 2-0 sentenció la historia y decoró una noche que supo a redención.