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martes, junio 17, 2025

Los enemigos de la democracia liberal

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Por: Manuel Castro M.

Como decía con humor Jardiel Poncela: lo único malo de este mundo son los hombres y las mujeres. No se imaginaba que surgirían panegiristas de un tercero o cuarto sexo. Lo cierto es que necesitamos siglos para ponernos de acuerdo en que las mayores conquistas del hombre son la libertad, la igualdad jurídica, el antirracismo y otras tan valiosas como reconocer el valor humano, intelectual de los discapacitados, o el que las mujeres son valiosas en todos los campos. Mientras tanto, se han fomentado guerras, invasiones, prejuicios raciales, bromas de mal gusto y machistas sobre las damas, solo permitiendo que no se hable mal de la madre, de la hermana, de la esposa, olvidándose de la abuelita.

En la política, inspirados en los filósofos griegos de la antigua Atenas (siglo V a.C.), en los tiempos modernos se ha cultivado y avanzado el término y la acción democrática. Democracia es una forma de gobierno en la que el poder reside en el pueblo, mediante, entre otros mecanismos, elecciones libres y justas, además del respeto a los derechos humanos, a las libertades y al desarrollo. Con el loable objetivo de vivir en armonía y con objetivos comunes.

Pero en el mundo, y en el Ecuador específicamente, muchos ciudadanos (creados por la democracia como tales, con sus derechos y obligaciones) discrepan del sistema democrático liberal, aún afirman que ha fallado el sistema. De allí, en algunas partes del mundo, vienen las democracias populares, las cuales han fracasado profundamente, pues son caricaturas de la esencia democrática. Y lo más grave: surgen los totalitarismos, que han acabado con las libertades, han causado millones de asesinatos, cárceles y represiones que, en el fondo y forma, carecen de humanidad y que únicamente sirven para vanagloria y usufructo de tiranos y sus cortes.

En Ecuador los enemigos indiscutibles de la democracia son la vigente Constitución política, que, para empezar y terminar, no reconoce el Estado de Derechos y cien cosas más confusas y negativas que impiden el desarrollo armónico del Ecuador. Luego, el correísmo, que no se ha ido a pesar de sus malos antecedentes y con un líder autoritario y abusivo, que anhela nuevamente el poder u obstaculizar al elegido democráticamente. De pronto, los socialistas marxistas, que aún sueñan con un paraíso en esta tierra, sin propiedad privada, sin mercado, con un Estado mecenas que les proporcione trabajo, educación y salud, sin especificar de dónde saldrán los recursos para producir tanta felicidad. Tal vez ver trabajar a los otros y decir que eso es lo mejor, es el paradigma de los supuestos progresistas. Cuando el eterno descanso, sin impuestos y tener que laborar, solo viene en la tumba, no en discursos demagógicos, generalmente repetitivos y pobres.

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