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miércoles, abril 30, 2025

Oídos sordos a la retórica demagógica

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El baratillo de ofertas y la pirotecnia verbal, durante las campañas electorales, son permanentes en los escenarios políticos, donde con la más preocupante miseria moral y cultural, predominan la mentira, el descaro, los cálculos, el oportunismo para cambios de camiseta, el doble discurso. Esa pirotecnia y cinismo están presentes en las entrevistas, en las concentraciones donde el público escucha las peroratas, las arengas, las fogosas exposiciones de los salvadores del pueblo. La retórica demagógica llena de promesas a los pueblos y por lo mismo, mentirosa, descarada y cínica, pega más que el discurso sensato, académico, intelectual y emocionalmente sincero, prospectivo, realista y patriótico.

Si nos atenemos a lo que históricamente ha ocurrido en Latinoamérica y Ecuador, especialmente en las últimas décadas, bien podríamos concluir que mientras más fuertes son los gritos de los políticos de derecha o izquierda en defensa del pueblo, la justicia y la democracia y contra la desigualdad social, más se debiera desconfiar de ellos. Estos que, llegaron al poder con la palabra demagógica a flor de labios, con los más encendidos halagos al pueblo, escondían tras bastidores sus verdaderas intenciones, sus protervos fines en función de sus intereses personales y de grupo, de enriquecimiento ilícito, de coimas y comisiones. Venezuela, Nicaragua, Argentina, Brasil, a su hora eligieron gobernantes vestidos de cinismo, de codicia sin límites que robaron dinero del pueblo en cantidades astronómicas, sin el más mínimo rubor ni remordimiento. Estos saqueadores vestidos de democracia hicieron lo mismo y quizá mucho más que los dictadores del siglo pasado que arrasaron la buena fe de los electores latinoamericanos desde el Río Grande hasta la Patagonia.

Los liderazgos demagógicos nacionales son tan insultantes y despreciables como, algunos de los provinciales. De ahí que los electores, en la jornada democrática próxima, deben estar vigilantes y ser más críticos para la elección del presidente., ¿Cómo? Poniendo oídos sordos al baratillo de ofertas electoreras venido de la retórica demagógica.

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