Lejos de los flashes de París y de la sobreexposición que implica ser campeón de Europa con el Paris Saint-Germain, Pacho regresó a Ecuador durante sus vacaciones. Y no lo hizo para posar ante las cámaras o asistir a eventos multitudinarios, sino para honrar lo más esencial, su historia y la gente que lo ayudó a escribirla.

Durante su paso por el país, Pacho visitó las instalaciones de Independiente del Valle, el club que lo formó y que fue la cuna de su proyección internacional. Y lo hizo con un gesto que sobrepasa el protocolo y el agradecimiento formal: organizó una parrillada en Sangolquí para exentrenadores, personal administrativo y antiguos compañeros.
No hubo un comunicado oficial. No se convocó a la prensa. Tampoco se promovió el evento como una acción publicitaria. Fue una visita silenciosa, pero poderosa. Pacho llegó a IDV como quien regresa al hogar, al origen, al punto exacto donde se incubó su talento y se forjó su disciplina.
Y en ese regreso, lejos de las cámaras del Parque de los Príncipes o del glamour europeo, decidió abrazar a quienes alguna vez apostaron por él sin condiciones. Junior Sornoza, Juan Cazares y varios referentes del entorno rayado recibieron de sus manos camisetas autografiadas del PSG.
Pero lo más valioso no fue el regalo, sino el gesto, reconocer con humildad, que el éxito personal tiene raíces colectivas. La visita de Pacho es una muestra de principios. Pacho es uno de los defensores centrales con mejor presente del continente, pero su don de gente dice más que cualquier otro logro.