El Superclásico volvió a teñirse de rojo y blanco, River Plate superó por 2-1 a Boca Juniors en la fecha 15 del Torneo Apertura. Un golazo de Franco Mastantuono y la solvencia de Franco Armani en los momentos decisivos fueron los pilares de una victoria que reafirma el dominio millonario en los choques recientes ante su eterno rival.

El encuentro, como dicta la tradición, se vivió con la pasión que pocos partidos en el mundo lo permiten. La fricción se hizo presente de inmediato, evidenciando el peso del duelo en cada balón disputado. Sin embargo, River logró imponer su ritmo y golpeó primero.
A los 26 minutos de juego, Franco Mastantuono, una de las grandes promesas surgidas de la cantera de Núñez, rompió el cero con una obra de arte: ejecutó un tiro libre de larga distancia que se clavó en el ángulo superior izquierdo de Agustín Marchesín, desatando la locura en las tribunas repletas del Monumental.
El equipo dirigido por Martín Demichelis, alentado por el tempranero tanto, mantuvo su postura ofensiva y pudo ampliar la ventaja, aunque se topó en varias ocasiones con las manos seguras de Marchesín, quien mantuvo con vida a Boca en el primer tiempo.
El axioma futbolero de “los goles que no haces, los sufres” se cumplió a rajatabla: a los 38 minutos, Miguel Merentiel aprovechó una desatención defensiva, se filtró entre líneas y, tras quedar mano a mano con Franco Armani, definió con categoría para igualar el marcador.
River volvió a golpear en el momento justo. A los 43 minutos, tras una jugada bien elaborada por el costado izquierdo, Sebastián Driussi apareció en el corazón del área para empujar el balón a la red y devolverle la ventaja al Millonario.
El segundo tanto fue un golpe anímico que Boca nunca terminó de asimilar. Más allá del resultado, el Superclásico volvió a demostrar por qué es considerado uno de los eventos deportivos más importantes en el continente.