Por: Fedgar
Al igual que la verdad o la mentira, lo bueno o lo malo y lo legal o ilegal, repetidas de manera constante, se van con el tiempo comiéndose en verdades absolutas, normales y su entorno tampoco llama ya, la atención. De tal manera que está claro que los signos del deterioro de los valores, se vuelven evidentes.
Con estas anómalas actitudes, se inauguran en la sociedad el abuso, la diatriba, la estulticia y la viveza criolla. Pues, si de esta inmundicia, se alimentan las personas e instituciones llamadas a observar el orden, la justicia y las normas, el conglomerado social queda al desamparo y al abuso inmisericorde.
A la fecha, a ningún ecuatoriano, le cabe la menor duda que estamos viviendo la peor crisis de los valores éticos y morales; porque cada quien, ahora impone, su ley, su criterio o su autoritarismo, sin que medie el respeto y la racionalidad.
Las nomas están escritas, pero a nadie tiene le da la gana de observarlas peor de cumplirlas. Todos nos volvemos ciegos de conveniencia y damos pábulo a que la viveza criolla ejerza su rol, en mengua de la buena fe y credibilidad, en un sistema de justicia real y operativa.
Dónde quedaron esas buenas costumbres del respeto a la Ley y a las buenas prácticas morales y éticas, parece que no lo existieron porque desde el currículo escolar han desaparecido esas asignaturas que sembraban esos lineamientos conductuales del buen proceder.
Los analistas, sean estos sociólogos, constitucionalistas o politólogos, no encuentran una respuesta a tanto caos y desorden. Cada quien y desde su campo, analizan, opina, sugieren y sentencia, sin que sus pronunciamientos hagan un efecto verdadero, en la toma de decisiones en base a la racionalidad y a las normas existentes; sino más bien en acorde a los intereses del grupo al cual se deben o responden.
Es evidente que, los iluminados que ejercen el control de los organismos de la justicia y sus adláteres, carecen de la autoridad necesaria para poner orden tanto desatino y caos jurídico, producido por cualquier pronunciamiento o decisión, venida de los cabellos. O sea hace mutis o se da soluciones parches, que en vez de solucionar la problemática, crea más desconcierto y anarquía.
El Ecuador, otra hora una isla de paz y concordia, hoy es un territorio convulsionado, caótico y desesperanzador. A la fecha, desgraciadamente nadie está seguro, garantizado y ha tutelado para vivir en paz, armonía y progreso.
Como soñar no cuesta nada, los ecuatorianos que aun creemos en la justicia y somos respetuosos de la Constitución que nos rige, aspiramos que Dios ilumine a los paladines para que no se duerman en sus laureles, sino devuelvan la fe, la paz y bienestar al pueblo ecuatoriano, cuyo único pecado es haber confiado en sus líderes.