LUCHA.-
El 19 de junio marca una fecha crucial en el calendario internacional, designada como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos. Esta conmemoración, proclamada en junio de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, tiene como objetivos principales alertar, reivindicar y recordar, con el propósito de concienciar sobre la necesidad de erradicar la violencia sexual en contextos de conflicto, honrar a las víctimas y supervivientes, y rendir homenaje a quienes han luchado valientemente para eliminar estos crímenes, a menudo pagando con sus vidas.

La naturaleza y el impacto de la violencia sexual en los conflictos
La violencia sexual en conflictos abarca una serie de actos atroces como las violaciones, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, los embarazos y esterilizaciones forzados, entre otros actos graves contra mujeres, hombres y niños. Estos actos no solo infligen sufrimiento inmediato, sino que también se utilizan como tácticas de guerra para desestabilizar comunidades y socavar la paz a largo plazo.
El impacto de esta violencia se extiende más allá del trauma físico y psicológico inmediato. Las víctimas y supervivientes enfrentan un estigma persistente que puede durar toda la vida, afectando no solo su bienestar sino también su integración social y económica. Los niños nacidos de violaciones en tiempos de guerra son frecuentemente marginados y estigmatizados, etiquetados como “hijos del enemigo” y rechazados por sus comunidades. Esto perpetúa un ciclo de pobreza, problemas de identidad y pertenencia, y aislamiento social.
Desafíos y necesidades de los supervivientes
Uno de los mayores desafíos en la lucha contra la violencia sexual en conflictos es el subregistro y la falta de denuncias. El miedo y el estigma cultural disuaden a muchas víctimas de buscar justicia, lo que resulta en una enorme cantidad de casos que quedan sin documentar. Se estima que por cada violación denunciada, entre 10 y 20 casos permanecen en silencio, lo que evidencia la magnitud oculta de este problema.
Además, las condiciones poco higiénicas y seguras en las que se practican abortos durante los conflictos son una de las principales causas de mortalidad materna, agregando otra capa de tragedia a esta ya devastadora situación.

El estigma y sus consecuencias
El estigma asociado a la violencia sexual no solo afecta a las víctimas directas, sino también a los niños nacidos de estas agresiones. Estos niños, a menudo apátridas, se encuentran en un limbo legal que los convierte en blancos fáciles para el reclutamiento por grupos armados, la radicalización, la trata y la explotación. La falta de reconocimiento y apoyo a estos niños en los marcos internacionales de derechos humanos y en iniciativas de paz y seguridad los deja en una situación de vulnerabilidad extrema, sin voz ni protección.
La importancia del apoyo socioeconómico
Las víctimas y supervivientes enfrentan un estigma persistente que puede durar toda la vida, afectando no solo su bienestar sino también su integración social y económica.

Para abordar el estigma y ayudar a la reintegración de las víctimas, es crucial incluir el apoyo socioeconómico en todas las iniciativas de reconstrucción post-conflicto. Este apoyo no solo ayuda a las víctimas a recuperarse y reconstruir sus vidas, sino que también contribuye a restablecer el tejido social, fomentando la paz y la cohesión comunitaria.
Solidaridad y Acción: En el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, es vital fomentar la solidaridad con las personas que han sobrevivido a esta violencia y enfrentar el estigma que los marca. Es un día para reconocer el valor de los supervivientes y honrar la memoria de aquellos que han luchado por erradicar estos crímenes. También es un momento para redoblar los esfuerzos internacionales en la protección y apoyo a las víctimas, asegurando que no solo se les brinde justicia, sino también la oportunidad de reconstruir sus vidas con dignidad y respeto.
En este día, se hace un llamado a la comunidad internacional, a los gobiernos y a la sociedad civil para que se unan en la lucha contra la violencia sexual en los conflictos, trabajando juntos para crear un mundo donde todos puedan vivir libres de miedo y violencia, y donde las cicatrices de la guerra puedan finalmente comenzar a sanar.