Por: Salvatore Foti
El Presidente de la República empieza recién a comprender el verdadero significado de los “no”. En el país se escuchan cada vez con más fuerza las voces de ciudadanos e instituciones que, con convicción, marcan distancia de sus decisiones. No es menor el pronunciamiento de la Corte Constitucional (CC) que, en primera instancia, rechazó algunas de las preguntas para una consulta, inclusive por deficiencias técnicas, lo que nos da cuenta de la precariedad argumentativa del Ejecutivo y, por otro lado, neutralizó el llamado a una Asamblea Constituyente, siempre por parte del Ejecutivo.
El país vivió un fin de semana innecesariamente caótico que ha exacerbado los ánimos y proyectado la pésima imagen de elementos policiales en la Corte, lo que seguramente no es compatible con la democracia. Sin embargo, los “no” más significativos no provienen de la Corte, sino de los ciudadanos. Son ellos quienes protestan contra la eliminación del subsidio al diésel, medida que inevitablemente provocará el alza de precios, sea por razones reales o por simple especulación, en los mercados de todo el país.
Ante esto, el Presidente parece haber decidido seguir adelante sin apostar al diálogo, sino a la confrontación y división entre ciudadanos. Una apuesta peligrosa que otros mandatarios, antes que él, han querido hacer y que, para la crónica, han terminado perdiendo.
El país sigue enfrascado en problemas reales y dramáticos sobre los cuales el Gobierno poco o nada hace, pues en salud y seguridad las cosas no han mejorado, y parecería que la muerte de los 12 neonatos o de un último caso público de un señor que no recibió diálisis caerán en la impunidad y en el olvido. Por otro lado, la reciente matanza en la cárcel de Machala tampoco auspicia mejorías en cuanto a control y asertividad por parte de nuestro Ejecutivo y, por eso, los “no” solo irán aumentando.
Las encuestas ya reflejan la evaluación negativa sobre la gestión del gobierno, que hoy ya tendría más de un 50% de desconfianza. El país, claramente, no está bien. Y es precisamente por esto que la sociedad empieza a decirle “no”, una negativa que podría acompañarle hasta la posible consulta, lo que sería un irremediable revés para el Presidente.
Ya es evidente y medible que la ciudadanía y algunas instituciones empiezan a marcar límites a una gestión debilitada por su cinismo y su falta de capacidad de resolver los verdaderos problemas de la gente.