Este jueves 2 de octubre, los jugadores del CS Emelec decidieron no entrenar en el Polideportivo Los Samanes, tras denunciar públicamente un nuevo incumplimiento en el pago de sus salarios.

La medida, parte de inestabilidad administrativa y deportiva de los azules, expone la precariedad que atraviesa una de las instituciones históricas del fútbol ecuatoriano. Los futbolistas, liderados por su capitán Luis Fernando León, difundieron un video en el que expresaron su “profundo malestar y preocupación” frente a la reiterada falta de pagos.
El mensaje fue directo, hay salarios pendientes de tres, cinco, siete y hasta ocho meses. En otras palabras, una deuda que vulnera no solo el profesionalismo del plantel, sino la dignidad de quienes sostienen al equipo con su esfuerzo en la cancha. La escena en Samanes fue contundente. Los jugadores se presentaron puntualmente, cumplieron con el protocolo habitual, se vistieron con el uniforme de entrenamiento, pero nunca salieron al campo.
El cuerpo técnico de Guillermo Duró quedó a un costado, sin margen de acción, mientras la plantilla optaba por un acto de presión que busca respuestas concretas. “Les habían prometido pagar ayer (1 de octubre) y nada, la plata no apareció. Están todos aquí, es una medida de presión para que llegue alguien”, señalaron fuentes cercanas al plantel.
Lo cierto es que ningún dirigente apareció en el complejo, un detalle que agrava la percepción de abandono. Aunque no es la primera vez en el año que Emelec afronta atrasos en los pagos, sí es una de las primeras ocasiones en que el grupo se planta con esta firmeza desde la llegada de Jorge Guzmán a la presidencia