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sábado, octubre 4, 2025

La última Constitución que se redacte

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Por: Pablo Granja

El general Charles de Gaulle fue uno de los líderes más destacados del siglo pasado. En la Segunda Guerra Mundial dirigió a la resistencia francesa durante la ocupación nazi y presidió el Gobierno provisional entre 1944 a 1946. Luego en la Francia liberada fue presidente durante 10 años, constituyéndose en pilar fundamental de la reconstrucción de la democracia de su país. Por su gran experiencia militar y desempeño en el ejercicio del poder, pronunció una frase tan grande como su estatura física y moral: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.

Esta reflexión adquiere gran relevancia en estos momentos en que el presidente Daniel Noboa ha decidido convocar a una Asamblea Constituyente, para redactar la Constitución número veintiuno del país. Sabemos que la actual debe ser reformada de manera urgente para desmontar el esquema que nos impuso el socialismo del siglo XXI, con la asesoría del comunismo español, la novelería caribeña del chavismo y la sumisión criolla.

Redactar una nueva Constitución es una gran noticia que también genera enormes preocupaciones. La principal de ellas se refiere a la integración de la Asamblea que va a redactarla. Visto lo que ha se ha visto en anteriores y actual Asamblea Nacional, la preocupación se transforma en angustia.

Una angustia que proviene del riesgo que se fortalezca la ideología que a lo largo de su aparición representa el fracaso económico, la persecución a la disidencia, el autoritarismo cotidiano, la asfixia democrática, el mesianismo impuesto a la fuerza, el menosprecio a la diversidad, el engaño populista, la doble moral, la corrupción. En el supuesto que se constituyan en mayoría, llegarán con rencores reprimidos, hambres atrasadas, ambiciones desmedidas; que degeneraría en textos que limiten el desempeño de la iniciativa privada, imponiendo candados para operar impunemente.

La redacción de una Constitución requiere que sea discutida por los mejores talentos del país, que se hayan destacado por la probidad de su desempeño. Sabemos que es poco probable que ocurra porque los caciques y dueños de los partidos escogerán figuras populares antes que valiosas. Y, el riesgo más temido es que organizaciones políticas decadentes se ofrezcan al mejor postor, o incluyan en sus afiches a alfiles del crimen organizado.

Serán escasos los verdaderos patriotas que lleguen con la consigna de servir al país en lugar de ponerlo de rodillas. Habría que reflexionar si la responsabilidad tan grande que es redactar una Constitución se les debe encargar, únicamente, a quienes tienen la exclusiva para nominar a quienes la redacten. Bien podría ser una combinación de representantes de los gremios profesionales y académicos, que trabajen junto con los vistosos y desastrosos ejemplares que los partidos políticos incluyen en sus listas. Esta es una reflexión para el futuro, porque seguramente la próxima no será la última Constitución que se redacte.

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