MOVILIZACIONES
Comuneros se reunieron el 4 de octubre en Chunchi. No era un día cualquiera: se cumplían trece jornadas del paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y sus bases se encontraban en un punto de inflexión.

Allí, Marlon Vargas, presidente de la Conaie, acompañado de Alberto Ainaguano, líder de la Ecuarunari, encabezó una marcha que recorrió las calles del cantón mientras la consigna era clara: la resistencia continúa hasta que el Gobierno ceda a las demandas populares.
“Seguiremos unidos frente al autoritarismo y la represión de Daniel Noboa. Si no hay respuesta, radicalizaremos el paro. Y si es necesario, llegaremos a Quito”, proclamó Vargas con la voz firme, acompañado por aplausos y gritos de apoyo. La movilización de Chunchi no fue un hecho aislado. Un día antes, el 3 de octubre, Vargas ya había lanzado duras advertencias desde Nizag, parroquia rural del cantón Alausí, donde se reunió con decenas de comunidades indígenas.
Allí pronunció frases que resonaron en la memoria colectiva: “Si hay que tomarnos Quito, vamos a tomarnos. Quito es Luz de América y allí también se escuchará nuestra voz”. El viernes 3 de octubre, en medio de los campos de Nizag, Marlon Vargas se encontró con las bases del movimiento. No fue una reunión más: el ambiente estaba cargado de tensiones acumuladas por dos semanas de protestas focalizadas en distintas provincias del país.
“Se nos va a acabar la paciencia, señor presidente. ¡Cuidado, cuidado!”, gritó Vargas en la plaza central del poblado, en referencia directa al mandatario Daniel Noboa. Entre las demandas planteadas por la Conaie destacan cuatro puntos centrales: mantener el subsidio al diésel, reducir el IVA al 12 %, aumentar la inversión en salud y educación, y adoptar medidas efectivas contra la desnutrición infantil.
Para las comunidades, estas exigencias no son negociables, sino condiciones mínimas para una vida digna. El discurso en Nizag recordó episodios del pasado: las protestas de 1997 contra Abdalá Bucaram, las movilizaciones de 2000 que forzaron la caída de Jamil Mahuad y la salida de Lucio Gutiérrez en 2005.
Vargas evocó esos momentos como advertencia al actual Gobierno: “Cuando los pueblos se levantan, los presidentes caen”. Uno de los momentos más sensibles del discurso de Vargas fue el recordatorio de la muerte de Efraín Fuerez, comunero de Imbabura que perdió la vida el fin de semana anterior en un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas. El dirigente acusó al Gobierno de negligencia y de no brindar reparación a la familia afectada.