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jueves, octubre 9, 2025

Obsesión por lo negativo

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Por: Sara Salazar

Uno prende la tele o revisa el celular y lo primero que aparece son noticias feas, que mataron a alguien, que el político robó, que el país está en crisis. Y claro, esas cosas jalan la atención más rápido que lo bueno, porque lo negativo siempre vende más que lo positivo. La bronca y el miedo son mercancía, y los medios lo saben bien.

El problema es que, con tanto bombardeo de lo malo, poco a poco nos olvidamos de mirar la otra cara, lo que sí tenemos y lo que sí funciona. Cosas que aquí damos por normales, pero que en otras partes del mundo son privilegios, abrir la llave y que salga agua limpia, tener un plato de comida todos los días, o contar con un hospital cerca, aunque nos quejemos del servicio. Miren no más, mientras en algunos países la gente despierta entre bombas y ataques, aquí todavía podemos caminar al mercado, jugar con los panas o sentarnos con la familia a conversar en la vereda. Y, sin embargo, casi nunca agradecemos esas pequeñas cosas. Nos acostumbramos a vivir con los ojos pegados a lo negativo, como si lo bueno no existiera.

Y esa costumbre no es gratis. Nos vuelve gente quejumbrosa, siempre insatisfecha, siempre resentida. Vivimos diciendo que “todo está mal”, aunque tengamos salud, trabajo, techo, amigos o familia. Claro, los problemas existen y no hay que negarlos, la inseguridad, la corrupción, la pobreza, etc, son reales y hay que enfrentarlos. Pero si solo vemos lo malo, terminamos atrapados en un pesimismo que nos paraliza.

La cultura de la queja se ha vuelto casi un deporte nacional. Se protesta por todo, por el calor, por la lluvia, por el tráfico, por la política, por los impuestos, incluso por cosas que antes hubiéramos visto como bendiciones. Y mientras más nos quejamos, más crece esa nube oscura sobre nosotros, como si nada fuera suficiente.

Ser agradecido no significa ser conformista ni ingenuo. No es cerrar los ojos ante la realidad. Al contrario, la gratitud es una forma de resistencia frente a un sistema que quiere vernos siempre amargados y divididos. Dar gracias por lo que tenemos nos da perspectiva, nos recuerda que la vida no es solo problemas, también es oportunidades. La vida no es solo lo que está mal. También es lo que está bien, aunque a veces no lo veamos. Y si aprendemos a agradecer por eso, puede que encontremos la esperanza y el coraje que tanto nos hace falta a muchos.

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