Están ad portas las elecciones seccionales del 2019 en el país. Ya comienzan a moverse las frutas. Ya se están iniciando las visitas a los barrios, ya están aflorando altruismos y regalos a la tercera edad, a niños y discapacitados, Ya están a flor de piel sonrisas y saludos afectuosos y atentos, abrazos y besos de solidaridad. Los socios, coidearios, amigos, partidarios, seguidores y adeptos, adherentes y seguidores ya empiezan a trabajar, para captar votos en el 2019 por las elecciones seccionales en las que, según disposición constitucional, 221 alcaldes de Ecuador, 23 prefectos provinciales, concejales municipales y los vocales de las juntas parroquiales, (5.560 dignidades) serán elegidos el 23 de febrero del 2014, para un período de cinco años.
¿No sería saludable para la democracia que en el Consejo Nacional Electoral estén ciudadanos que hayan demostrado respeto a los principios democráticos, a la voluntad popular más allá de sus legítimas lealtades partidistas? ¿Hasta qué punto se debe permitir la publicidad oficial, vestida, camuflada en “informes” de ministros, prefectos, alcaldes? ¿El CNE transitorio legará al país un padrón actualizado en el que no consten personas fallecidas o extranjeros que incumplen la ley??
Si los actuales administradores, venidos desde el pronunciamiento popular en las urnas, tienen planes de reelección, la mejor carta de presentación, sin duda alguna, será el haber cumplido con sus ofertas electorales que las hicieron desde la ética política, desde sus convicciones democráticas, ajenas a la demagogia y al oportunismo. Por su parte, la ciudadanía, en ejercicio pleno de su derecho, confrontará los planes y propuestas de campaña con la realización de las obras y premiará o castigará con su voto a quienes aspiran a reeditar candidaturas?
