Algo que en redes sociales empezaba a anunciarse como motines en dos cárceles de Ecuador, el Turi, en Cuenca; y, la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, la mañana de ayer martes, y posteriormente en el Centro de Rehabilitación Social de Cotopaxi, en Latacunga, se convirtió en la secuela de una macabra película de terror.
Enhorabuena por quienes no han visto -y no logren ver- las imágenes que vía WhatsApp empezaron a compartirse en grupos, en las que solo se demuestra la absoluta miseria y crueldad con la que ha llegado a comportarse el ser humano, víctima de redes delictivas, de lo que constriñen sus tentáculos y de las fatales consecuencias.
Este gobierno ha demostrado que ni con estados de excepción, ni con la movilización de fuerzas del orden a los centros de reclusión, se ha podido dar embate al desenfreno del exterminio del hombre por el hombre.
Posiblemente víctima de una insuficiente y malhadada política pública, resultado de un presidente que prefiere dar rienda suelta al ocio, siendo fan número uno de realitys de televisión, y de ministros que hace tiempo le perdieron el respeto, es que el país ha llegado niveles de desgobierno que jamás habríamos imaginado.
A quien le toque, en mayo, cuando tome posesión un nuevo Presidente, seguro tendrá mucha tarea, no solo en lo estructural, administrativo, financiero, de seguridad, sino que deberá preocuparse de asuntos como lo que empieza a volverse costumbre en los centros penitenciarios.
