ARTÍCULO
La nomofobia se puede entender como una fobia situacional y social que hace que las personas sientan un miedo profundo, irracional y desproporcionado a no poder usar su teléfono móvil o quedarse sin cobertura y/o batería. Este miedo se genera a partir de que la persona depende de la identidad social que posee dentro de las redes sociales y la internet y al verse sin ella incluso puede padecer de ansiedad.

Gracias al avance de la tecnología, los celulares actuales tienen una gran variedad de funciones y aplicaciones, que tiene como objetivo captar y mantener la atención de los usuarios. Es por esto que los jóvenes son los más afectados por la nomofobia. Para Joaquín González-Cabrera, investigador del Centro de Investigación, Transferencia e Innovación (CITEI) e investigador principal del Grupo Ciberpsicología de UNIR (Universidad Internacional de La Rioja), los mayores niveles se presentan entre los 12-15 años, afectando en mayor medida a las mujeres. Este rango de edad es crucial porque reciben sus primeros dispositivos móviles, sin embargo, no tienen completamente desarrolladas las funciones de inhibición conductual. Además, los padres no suelen tener una supervisión, lo que genera que los adolescentes tengan un uso compulsivo.
El abuso de los celulares por parte de los jóvenes es la entrada a la nomofobia. Para Joaquín González- Cabrera entre los síntomas que están presentes podemos evidenciar: “Ansiedad, nerviosismo sin móvil, mirar el móvil cada poco (activar pantalla para ver notificaciones), tener siempre el móvil cerca, sentirse mal cuando no llevas el móvil encima, mirar el móvil al levantarse, declarar que no se podría estar 24h sin el dispositivo o justificar el uso excesivo del móvil.” También, presentan peor rendimiento, peor calidad de sueño, más problemas de estrés, y sintomatología depresiva, afectando incluso en la sociabilidad, en donde la persona no puede levantar la vista del móvil (conocido como ningufoneo) teniendo problemas para relacionarse personalmente,”.

Es importante como padres educar y acompañar a los jóvenes en un uso adecuado y responsable de los celulares y la tecnología, para evitar que los afecte en lugar de ayudarles. El Grupo de Ciberpsicología de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja) da tres recomendaciones:
- Cuando al joven se le dé su primer celular debe ser un acto discutido, acordado y preparado en casa cuando se considere que el menor puede asumir esa responsabilidad con madurez.
- La llegada del teléfono debería estar unida a un contrato parental, donde la familia y el menor regulan su compromiso de uso. Destacando que el teléfono es propiedad de los padres, el uso que tendrá, el horario, no aceptar a desconocidos y demás acuerdos que permitan que el joven tenga un uso saludable.
- Establecer una mediación parental online para contrarrestar los posibles riesgos o efectos negativos. Entre los tipos de mediaciones están:
- Mediación restrictiva: ocurre cuando los padres y madres implementan normas para reducir, limitar o controlar el consumo de sus hijos de Internet
- Mediación activa: cuando los padres y madres conversan con sus hijos sobre el contenido que consumen a través de Internet con el objetivo de que estos desarrollen un pensamiento crítico
- Co-uso: tiene que ver con todas aquellas prácticas en las que los progenitores realizan la actividad junto a sus hijos.
Joaquín González-Cabrera, investigador del Centro de Investigación, Transferencia e Innovación (CITEI) e investigador principal del Grupo Ciberpsicología de UNIR, cuenta que “desde el Grupo Ciberpsicología de UNIR, y desde el Vicerrectorado de Investigación de UNIR, se ha financiado un proyecto propio para diseñar un programa de capacitación en mediación parental para familias. Esperamos que este esté disponible en 2024-25”
Es importante inculcar a los jóvenes un uso adecuado y responsable del móvil, para que puedan aprovechar de manera saludables todos los beneficios que tiene un celular y no sea la tecnología que los use a ellos.