Por: Edgar Frías Borja
Estoy consciente que pedir a la gente reflexiones sobre el mal que comete, es como pedir peras al olmo. No me cabe, ni por idea, pensar que haya gente tan desaprensiva, dañina y de mala fe, que se hayan hurtado las tapas de los sifones, colocados a lo largo de la Avenida República.
La falta de estos dispositivos, se han convertido en verdaderas trampas mortales para los autos que circulan por dicho acceso vial, especialmente para los carros pequeños. La acción de la ciudadanía debe de ser urgente, a fin de dar con los antisociales que cometen estos ilícitos y someterlos a la justicia, a fin de que, sean castigados con todo el rigor de la ley.
Para quienes sirven estos objetos, solamente para quienes hacen trabajos en hierro fundido; sin embargo, con esto, no quiero decir que todos los artesanos de esta rama, sean unas malas gentes.
Todos estos actos de agravio a la ciudadanía, a su seguridad y confort, deben de ser castigados, sin contemplación alguna, no solo por el hecho de la sustracción, sino también por el daño que infringen a la ciudad.
Igual sucede con quienes pintarrajean las paredes de los edificios públicos y privados, así como los monumentos que se exhiben en la ciudad. Nada justifica una acción callejera de esta naturaleza, donde queda ratificado aquel dicho de que “paredes y murallas, son papel de los canallas”.
Y qué decir, del manejo de la basura, lamentable situación, porque no solo queda en entre dicho la conducta de los usuarios de los ecotachos, mismos que no son utilizados como lo deberían serlos, sino que por la pereza, irresponsabilidad y quemeimportismo, abandonan la basura fuera de los recipientes, convirtiéndolo el lugar en un basural mal oliente, repugnante e indecoroso.
Otro de los aspectos que nos debe hacer reflexionar es el deterioro y destrucción que sufren los jardines o parterres, por el maltrato que sufren las plantas en ellos sembradas y que en muchos casos, son arrancadas o destruidas.
Como soñar no cuesta nada, se espera que haya un empoderamiento de la ciudadanía para cuidar lo que es de todos y nos beneficia a todos. Cuidemos por tanto, no solo los bienes comunes, sino también de la imagen de la urbe y seamos conscientes que somos corresponsables del desastre. (fedgar_unedsa@yahoo.com)