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lunes, junio 16, 2025

Palabra Mordaz Siria: entre el fin de un infierno y la incertidumbre

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Por: Iván Menes Aguirre

El régimen de Bashar al-Ásad ha caído, dejando una Siria fragmentada y ruinosa a causa de la guerra civil que ha azotado al país desde 2011. Los al-Ásad habían gobernado Siria con mano de hierro desde 1971, cuando el padre del derrocado dictador, el general Háfez al-Ásad, dio un golpe de Estado y se hizo con el poder absoluto. Siempre resulta gratificante ver el ocaso de una tiranía, especialmente cuando se trata de una con vocación sangrienta como la de al-Ásad, quien en su momento no dudó en utilizar armas químicas para masacrar a su propia población con el fin de prevalecer en la guerra. Sin embargo, el panorama que ahora se cierne sobre el país es incierto y riesgoso, pues cabe la posibilidad de que las diferentes facciones rebeldes aspiren al poder total y se lancen nuevamente al terreno de la conflagración, algo que ya ocurrió, por ejemplo, en Libia tras el colapso de la dictadura de Gadafi.

Grosso modo, las fuerzas que controlan Siria son cuatro: los yihadistas de HTS (quienes se han hecho con las ciudades más importantes como Alepo, Homs y la capital Damasco), los rebeldes drusos del sur, los grupos turcos en el norte y las unidades kurdas del este, respaldadas por Estados Unidos. Tras el colapso del régimen asadista, se ha instalado un gobierno provisional liderado por HTS, organización que busca proyectar moderación para recibir el beneplácito de la comunidad internacional, a pesar de ser catalogada como “terrorista” por las potencias occidentales. En una entrevista con CNN, el líder miliciano de HTS, Abu Mohammed al Jawlani, dijo que la entidad yihadista no tenía derecho para “borrar a otro grupo”, pero existe escepticismo por el truculento pasado de al Jawlani, quien fuera militante de Al Qaeda y del Estado Islámico. Así pues, en una Siria donde al-Ásad ha dejado vastos kilómetros por conquistar, veo dos escenarios factibles: la fragmentación o el totalitarismo. Por un lado, el statu quo podría mantenerse, dejando consigo un país tajado y a la vez pacífico. Por otro lado, si HTS consigue hacerse fuerte y recibe el endoso de la población, los yihadistas podrían abrirse paso entre los beligerantes, lo que desembocaría en la consolidación de un Estado potencialmente similar a califatos como el de la Afganistán de los talibanes. También hay que prestar atención a los movimientos externos de Turquía y Estados Unidos, los grandes triunfadores foráneos de la caída de al-Ásad, en detrimento de Rusia e Irán, antiguos baluartes del autócrata baazista. En cualquier caso, esperemos que el suplicio de los sirios por estos años de guerra y tiranía concluya: un infierno ha terminado y lo último que se merece Siria es el inicio de uno peor.              

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