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miércoles, abril 30, 2025

Manual de la perfecta dictadora

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Por: Sofía Cordero

La perfecta dictadora no nace, se hace. Se forja en la sumisión y el servilismo frente a los grandes líderes del autoritarismo mundial. Sus aliados naturales son los regímenes de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Rusia e Irán. Con ellos comparte no solo intereses estratégicos, sino también el gusto por el control absoluto y la represión. Además, adopta sin titubeos políticas como la expulsión de migrantes, especialmente aquellos que, como los venezolanos, representan un testimonio vivo del fracaso del modelo que busca consolidar.

La perfecta dictadora no conoce la mesura ni la inteligencia. Su estrategia ante los adversarios es el grito, la rabia y el insulto. No posee la astucia ni el ingenio para responder con humor o ironía, herramientas reservadas para quienes pueden improvisar, más allá de lo que diga el estratega. Ella solo sabe denigrar, golpear verbalmente y recurrir al escándalo cuando se ve acorralada.

Su lealtad es su mayor virtud, aunque ello implique tolerar humillaciones y burlas de sus propios compañeros. En su entorno, el respeto es secundario frente a la obediencia ciega. Su líder así lo exige, y los beneficios de ser la más fiel compensan cualquier indignidad. Con gusto soporta insultos, desaires y desprecios si con ello gana puntos con el gran jefe, ese que maneja los hilos desde la sombra, ya sea desde una celda o desde su dorado exilio.

Como mujer, juega un papel estratégico. Se envuelve en la bandera de la lucha feminista, aprovechando el terreno conquistado por sus antecesoras. Sin embargo, su labor no es avanzar en los derechos de las mujeres, sino utilizarlos en su beneficio personal mientras insulta y desprecia a sus contrincantes femeninas. Su poder no se traduce en equidad, sino en violencia política disfrazada de empoderamiento.

Aprendió bien la lección de sus maestros y ahora es su mejor alumna. Sigue sus órdenes, repite su discurso, se comporta como una marioneta. La perfecta dictadora está al acecho.

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