Por: César Ulloa
La mala política va arrasando con todo y con todos. No le interesa dejar nada ni tampoco a nadie en el camino. Se alimenta de corrupción, demagogia y odio, pero también de agobio y hartazgo de la población. No hay respuesta contundente a los problemas crónicos del Ecuador. Y en este juego macabro, las elecciones de las últimas contiendas se decantan por el menos malo o incluso por el que parece menos inepto o menos corrupto. La mala política, a todas luces, es peor que la pandemia, porque no habrá vacuna efectiva si la gente, si todos nosotros, miramos de lejos las cosas y dejamos que los oportunistas de ayer y de ahora tengan poder.
La descomposición social que vivimos es responsabilidad de doble vía, es decir de los malos políticos que tenemos y de quienes los elegimos. Los efectos son múltiples, porque la mala política es el espejo de varios rasgos de la cultura cotidiana como la viveza criolla que se expresa en el irrespeto a las señales de tránsito, la razón de la fuerza, el palanqueo, la falta de ciudadanía, la prepotencia del poderoso, la ley del menor esfuerzo y la acumulación arribista de un grupo de burócratas como síntoma delator de prejuicios y complejos.
¿Cuándo se desorbitó la política en el Ecuador? Cuando un grupo de malos políticos hicieron del Estado un negocio, una parcela, una chaucha, una mina de oro, un espacio para tomar ventaja, una escalera infinita para el arribismo, una zona de confort para advenedizos y corruptos. Eso explica, la fragilidad de las instituciones, la escasez de Estado en varios lugares y sus consecuencias irrefutables como la incredulidad de la población en las instituciones de la democracia. ¿Se puede gobernar un país con un Estado contaminado y debilitado? La respuesta es sencilla: no.
El dolor que produce esta situación debe activar a la ciudadanía con una firme actitud democrática para poner en marcha un giro ético de la política y la creación de una nueva clase política. ¿Cómo y cuándo? Desde ya… para que el país se enrumbe, gracias a los recursos que tenemos como a su maravillosa gente.
