El 22 de abril se recordó el Día Internacional de la Madre Tierra. Esta conmemoración, con el telón de fondo del cambio climático y sus graves consecuencias para el equilibrio ambiental y la contaminación planetaria, es una oportunidad para que todos los habitantes reconozcan al planeta como el hogar en el cual habitamos, para tomar consciencia sobre su cuidado y preservación; es un llamado a proteger y cuidar el hábitat en que todos convivimos, donde se encuentra todo lo que amamos, todo lo que conocemos; todos y cada uno de los seres humanos que existen, que vivieron, viven y vivirán sus vidas.
La Tierra, nuestra Tierra, nos jugó una mala pasada a los ecuatorianos el viernes 16 de abril del 2016 cuando tembló y con su temblor trajo destrucción y muerte, llanto y sufrimiento a las provincias de la Costa, especialmente Manabí y Esmeraldas como consecuencias de uno de los terremotos más violentos de nuestra historia. Este viernes, volvió a sacudir a Esmeraldas con un temblor de 6 y más en la escala de Ritcher. Por estos meses, nos golpea con un clima inestable con periodos de sequía que afectó seriamente a la producción de energía eléctrica que llevó a los molestos cortes y apagones con las incidencias negativas correspondientes; luego, con lluvias torrenciales que destruyen carreteras, provocan inundaciones. De una temporada de sequía extrema, hemos pasado a un invierno destructor, que está haciendo daño a muchos sectores de Ecuador con inundaciones, deslaves, proliferación de accidentes por la calzada mojada, árboles caídos, enfermedades y otros males que nos trae la temporada lluviosa.
La tierra que habitamos, nuestra “Madre Tierra”, nuestra Pachamama y sus ecosistemas son nuestro hogar. Para alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armonía con la naturaleza y el planeta
Que la celebración del Día Internacional de la Tierra nos permita recordar que es responsabilidad colectiva de todos los seres humanos fomentar la armonía entre la naturaleza y la Madre Tierra; que es urgente y necesario desde la educación, despertar la concienciación pública sobre los problemas que afectan a la Tierra y a las diferentes formas de vida que en ella se desarrollan.