La mañana del 9 de mayo comenzó como cualquier otra para los pasajeros de un bus de la Cooperativa Riobamba, que viajaban desde Guayaquil con destino a Macas.
Sin embargo, lo que prometía ser un trayecto habitual se transformó en un angustioso episodio de terror cuando, a la altura de El Triunfo, un grupo de delincuentes armados abordó el vehículo y despojó a los pasajeros de sus pertenencias.
A plena luz del día, los asaltantes subieron al bus, apuntaron a los viajeros y les robaron celulares, dinero y objetos personales. Aunque afortunadamente no se registraron heridos, los pasajeros vivieron minutos de pánico, sintiendo la impotencia de estar completamente a merced de los delincuentes.
La sensación de vulnerabilidad fue total, un simple viaje se convirtió en una pesadilla. Este incidente no es aislado. Los asaltos en las rutas interprovinciales han aumentado de manera alarmante, generando una creciente preocupación entre quienes utilizan este tipo de transporte.
Los pasajeros del bus asaltado no fueron los únicos afectados; cada semana se reportan nuevos robos en las principales carreteras del país, sembrando el temor en quienes se desplazan con la esperanza de un viaje seguro. A pesar de la gravedad del asalto, las autoridades no han ofrecido detalles sobre el progreso de la investigación.
Este silencio solo ha incrementado la frustración y desconfianza de los ciudadanos, quienes exigen respuestas rápidas y efectivas. El asalto pone de manifiesto un problema estructural: el aumento de la violencia en las rutas interprovinciales.
Las bandas delictivas parecen operar con total impunidad, lo que pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar las medidas de seguridad y fortalecer la presencia policial.
