NACIONAL
La ilusión envolvió a los hinchas de Barcelona Sporting Club cuando, a inicios de temporada, Felipe Caicedo estampó su firma con el equipo más popular del país. Pero con el correr de los meses, lo que parecía una apuesta al gol terminó transformándose en un activo más simbólico que estadístico.

El verdadero valor de la presencia de ‘Felipao’ en el club torero es un liderazgo silencioso, persistente, y mucho más influyente de lo que muestran las cifras. La narrativa inicial era prometedora. Un delantero con dos décadas de trayectoria en el fútbol europeo, que alguna vez deslumbró en la Premier League y la Serie A, regresaba al país para cumplir su sueño juvenil: vestir la camiseta amarilla.
En su equipaje traía experiencia y expectativas. Sin embargo, el contexto deportivo pronto marcó límites. Con 36 años a cuestas y más de un año sin competir oficialmente antes de su fichaje, Caicedo aterrizó en Guayaquil con más dudas que certezas. Las lesiones, viejas conocidas en su carrera, reaparecieron.
En el papel, sus estadísticas con Barcelona SC son modestas, poco más de 200 minutos en LigaPro y 37 en Copa Libertadores. Dos goles locales, sin asistencias. Una hoja de ruta discreta para un jugador de su calibre.
Pero reducir el impacto de Felipe Caicedo a la frialdad de los números sería un ejercicio tan superficial como injusto. Su mayor contribución, paradójicamente, no ha ocurrido bajo los reflectores de la cancha, sino en las sombras del vestuario.
Allí, lejos del bullicio de las tribunas y los flashes de las cámaras, el exjugador de la Lazio y el Espanyol ha sabido imponerse como una figura aglutinadora, motivadora y necesaria en una plantilla joven e irregular. “Felipe es ese compañero que todos quieren tener”, dijo el uruguayo Octavio Rivero, delantero titular del ‘Ídolo’, en una entrevista reciente. “Te respalda, te habla, te anima. En momentos difíciles es el primero en levantar al grupo.
Eso no se ve desde afuera, pero se siente adentro”. En ese plano simbólico, el retorno de Caicedo también fue una jugada astuta desde la óptica institucional. Su contratación coincidió con la celebración del centenario de Barcelona SC, y su sola presencia elevó el perfil mediático del club durante los primeros meses del año.