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lunes, junio 30, 2025

Fútbol y moral

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Por: Carlos Freile

Hace unos meses, en el campeonato de fútbol español un jugador del equipo X pateó desde atrás a otro del equipo causándole un hematoma; el árbitro no le mostró tarjeta roja, como manda el reglamento, solo amarilla. Poco después, el jugador beneficiado por la acción inmoral del árbitro, metió el gol de la victoria para su equipo, con ello, el equipo comenzó a perder su segura opción a campeonar este año. Hace unos días, en el campeonato ecuatoriano, un jugador del equipo V le dio un codazo en la cara a otro del equipo Z, lastimándole la boca; el árbitro no le mostró tarjeta roja (y, si no recuerdo mal, ni siquiera amarilla); el jugador beneficiado por la acción inmoral del árbitro poco después metió el gol que le dio a su equipo el empate final, con ello el susodicho juez impidió que el equipo Z alcanzase la cima del campeonato.

Casos como estos se cuentan por centenares en el fútbol. A ellos deben sumarse otros actos inmorales, como fingir una lesión para perjudicar al jugador contrario, meter un gol con la mano… Hemos visto regalar cinco penales a determinado equipo a lo largo de cierta competencia, con el fin inequívoco de que gane el campeonato en curso. Detrás de estos actos reñidos con la moral, más allá de ser contrarios al reglamento y a la vieja norma del “juego limpio”, tan predicada y no practicada, se halla toda una cohorte de cómplices y encubridores, quienes también llevan su dosis de culpa en la perpetración de actos inmorales. Entre ellos, en primer lugar, las autoridades deportivas, tanto nacionales como internacionales, que miran para otro lado, como los periodistas con camiseta, que callan las inmoralidades o, lo que es peor, las justifican. No olvidemos a los narradores y comentaristas que silencian ciertas acciones de los equipos de sus preferencias (y no digo de sus pagos, porque no me consta y podría caer en calumnia) y magnifican los errores de los contrarios o, simplemente, los inventan.

También atentan contra la moral los encargados de transmitir los partidos que escogen las cámaras y los ángulos para favorecer o perjudicar a este u otro equipo, según sus afectos o intereses; dentro de este grupo se hallan quienes proporcionan las imágenes al VAR, y las escogen con parcialidad desvergonzada.

En todo el mundo la gente se llena la boca contra los corruptos en la política, contra los mafiosos y sus colaboradores, contra los empresarios tramposos… ¿Por qué ese mismo todo el mundo calla frente a las inmoralidades en el fútbol? No olvidemos que una derrota provocada de forma extradeportiva puede perjudicar a un equipo en millones de dólares, por lo cual no se habla solo de faltas morales con “solo” consecuencias teóricas sino de perjuicios graves. Todo esto sin mencionar carreras truncadas, famas calumniadas, jovencitos acosados desde las gradas, pero también desde las pantallas de TV y desde las páginas de los medios.

Los responsables de los actos reñidos con la moral en el fútbol ¿los pagarán alguna vez? En esta vida tal vez no, pero en la otra, con toda certeza, sí.

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