En el Mundial de Clubes se ha desarmado el libreto, dos grandes del viejo continente, cayeron en los partidos clasificatorios a octavos de final, primero el Inter de Milán, sorprendido por un Fluminense con muestra de que el juego colectivo puede más que el marketing, luego, el golpe más sorprendente, un auténtico partidazo.

El Manchester City de Pep Guardiola, uno de los equipos más ricos y metódicos del planeta, fue doblegado 4-3 en prórroga, por un Al Hilal que tuvo la capacidad para castigar cada error rival. Lo que ocurrió en ese partido es una grieta en la narrativa dominante del fútbol.
Porque el City, que empezó ganando, tuvo control, posesión y la tan mencionada jerarquía, cayó, víctima de su fragilidad defensiva. En el minuto 9, todo parecía seguir su curso. Bernardo Silva convirtió tras una combinación con Reijnders y Ait-Nouri, y aunque el Al Hilal reclamó mano en la jugada, el VAR validó el tanto.
El City dominaba, presionaba alto y tenía todo a favor. Bono, el arquero del equipo árabe, empezó a mostrar porque es la figura, con reflejos felinos, ganó un mano a mano ante Savinho de ahí en adelante fueron respuestas seguras a los intentos de Doku, Gündogan y Ruben Dias.
El encuentro se fue a la prórroga. Koulibaly, con un cabezazo tras centro de Neves, puso el 2-3. Guardiola, obligado a reaccionar, sacó de nuevo la estrategia, entró Foden y el joven inglés cumplió con lo que se esperaba de él. Empató tras una asistencia de Cherki y devolvió la esperanza al City.
Pero fue efímero, el Al Hilal seguía en la lucha por ganar en los 120 minutos, Milinkovic-Savic fue imparable por arriba, Ederson atajó el primer intento, pero no pudo evitar el segundo de Marcos Leonardo. 3-4, noche cerrada para los ingleses quedándose afuera de una competencia en la que partieron como favoritos.