VIOLENCIA
Raúl Vayas, dirigente nacional de la Confederación de las Juntas del Campesinado del Ecuador, no sospechó que su decisión de acudir a Guamote, el pasado 5 de julio, lo pondría al borde de la muerte.

Acostumbrado a resolver conflictos comunitarios en los sectores rurales del país, aceptó un llamado para mediar en la retención de seis personas acusadas de abigeato (robo de ganado).
Pero en lugar de ser recibido como un conciliador, fue acusado de intervenir sin permiso en un proceso de justicia indígena. Horas más tarde, su vehículo estaba en llamas, su cuerpo colgado de los brazos, y su vida, en manos de comuneros decididos a castigar.
Desde la tarde de ese sábado hasta la mañana del domingo, Raúl Vayas estuvo atado, colgado de las extremidades y golpeado por miembros de la comunidad, según denuncia su pareja, Maribel Medina. El dirigente campesino presenta quemaduras de primer grado en la cabeza, heridas por golpes y posible daño irreversible en sus brazos.
Fue liberado la noche del lunes 7 de julio, luego de que él y otras personas firmaran un acta que les prohibía ingresar nuevamente a territorios indígenas de Chimborazo, exigía el pago de reparaciones económicas y los obligaba a desistir de cualquier denuncia.
La Constitución ecuatoriana, en su artículo 171, reconoce el derecho de las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas a ejercer justicia dentro de su territorio, con base en sus tradiciones ancestrales. Pero este mismo artículo advierte que sus prácticas no deben violar los derechos humanos. “Lo que le hicieron a Raúl no tiene nada de justicia. Fue tortura, fue intento de asesinato”, afirma Medina.
La comunidad asegura que se trató de un proceso legítimo de purificación y sanción dentro del marco del Parlamento Indígena Popular. Sin embargo, los testimonios, las lesiones y la denuncia de la familia pintan una escena mucho más oscura.
Mientras Raúl Vayas continúa hospitalizado en Riobamba, con el riesgo de perder sus brazos, su caso resuena. Para unos, es el símbolo de una injusticia disfrazada de costumbre; para otros, la evidencia de que el Estado aún no logra proteger a todos sus ciudadanos, sin importar el territorio en el que se encuentren. La investigación judicial está en curso. La denuncia ha sido presentada.
Raúl Vayas no es un desconocido en el mundo rural. Agricultor de Shaushi, cantón Quero (Tungurahua), ha sido dirigente campesino desde los años 90. Fue presidente de la Junta del Campesinado de su parroquia, secretario del Movimiento Campesino de su cantón y desde 2004 lidera la Confederación Nacional de Juntas del Campesinado. Bajo su liderazgo, estas organizaciones fueron creadas en 1966 para combatir el cuatrerismo y proteger a las comunidades.