MUNDO
Con un promedio anual de 3.240 milímetros de precipitaciones, Colombia se posiciona como el país más lluvioso del mundo, superando a naciones tropicales como Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Malasia. Esta cifra, respaldada por datos climatológicos internacionales, se explica por factores geográficos y atmosféricos únicos que confluyen en el territorio colombiano.

La región del Chocó, ubicada en la costa del Pacífico, es el epicentro de esta intensa pluviosidad. Allí, localidades como Lloró han registrado niveles de lluvia históricos cercanos a los 13.300 mm anuales, lo que convierte a este pequeño municipio en uno de los lugares más húmedos del mundo.
Asimismo, Quibdó, la capital del departamento, reporta promedios cercanos a los 9.000 mm por año. Además, ciudades como Buenaventura y Manizales experimentan lluvias en más de 250 días al año, ubicándose también entre las más lluviosas del planeta.
Estos patrones responden a la ubicación estratégica de Colombia cerca de la zona de convergencia intertropical, donde confluyen vientos cargados de humedad provenientes tanto del Pacífico como del Atlántico.
Aunque esta abundancia de agua beneficia la biodiversidad, la agricultura y la generación hidroeléctrica, también representa desafíos para la infraestructura y la seguridad de las comunidades. Las lluvias constantes provocan frecuentes deslizamientos, inundaciones y afectan el transporte, especialmente en zonas rurales y montañosas.
Colombia no solo es reconocida por su riqueza natural, sino también por su capacidad de adaptación ante un clima tan exigente. Sin embargo, el cambio climático y la presión sobre los ecosistemas imponen nuevos retos para gestionar de forma sostenible uno de los recursos más abundantes del país: el agua.