Willian Pacho fue condecorado con la distinción Vicente Rocafuerte al mérito deportivo, en un acto simbólico que engrandeció lo conseguido por Pacho en la élite del fútbol mundial Pacho, defensa central del Paris Saint-Germain y titular en la Selección de Ecuador, fue recibido en el Palacio Legislativo junto a sus familiares, el presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, Francisco Egas, y el titular del Parlamento, Niels Olsen.

La escena se repitió dos días después de un homenaje similar a Moisés Caicedo. El joven zaguero, hizo historia al convertirse en el primer ecuatoriano en levantar la Champions League, el torneo de clubes más prestigioso del mundo, agradeció el gesto con la humildad que lo caracteriza.
“Mi sueño es seguir dejando en alto al país y seguir creciendo poco a poco. Este reconocimiento me llena de felicidad”, expresó, con una entereza que contrasta con la superficialidad de quienes hoy lo felicitan, pero poco o nada hicieron para construir el camino que lo llevó a Europa.
La condecoración Vicente Rocafuerte, tradicionalmente reservada para figuras destacadas en distintos ámbitos, se ha entregado también a deportistas que han trascendido por méritos, sin respaldo institucional real. La historia de Pacho es una muestra elocuente, surgido en las limitaciones del fútbol formativo ecuatoriano, emigró muy joven al fútbol europeo, pasó obstáculos, desde la adaptación cultural hasta la presión competitiva de las grandes ligas.
El PSG, uno de los clubes más poderosos del planeta, no regala titularidades. Pacho se ganó la suya con trabajo, disciplina férrea y talento. Pero su éxito no es el resultado de una política pública deportiva consistente ni de un sistema estatal que garantice desarrollo a largo plazo.
De hecho, la ausencia de centros de alto rendimiento, la escasa inversión en deporte base y los innumerables casos de promesas truncadas por falta de apoyo, son el verdadero rostro del deporte ecuatoriano.