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domingo, julio 27, 2025

¿Débito o crédito? Cómo elegir la mejor opción para cada gasto

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En la era de los pagos electrónicos y las billeteras digitales, 7 de cada 10 ecuatorianos mayores de 15 años cuentan con una cuenta bancaria activa, y el 60 % posee una tarjeta de débito, aunque solo el 32 % de quienes la tienen la utilizan.

60 %  de ecuatorianos posee una tarjeta de débito, aunque solo el 32 % de quienes la tienen la utilizan.

En el caso de las tarjetas de crédito, el 31 % de la población mayor de edad las posee, pero apenas el 15 % las utiliza regularmente. No obstante, el uso de estos medios está en aumento: en 2023 las transacciones con tarjetas de débito se incrementaron en un 58 % en número y en 44 % en monto, mientras que las de crédito subieron 40 % y 33 %, respectivamente.

Además, solo 3 de cada 10 ecuatorianos acceden a crédito formal, lo que evidencia que, aunque los productos financieros están al alcance, su uso efectivo aún es limitado. Frente a este panorama, elegir entre débito y crédito no es simplemente una cuestión de comodidad, sino una decisión que incide directamente en el control del presupuesto personal, la salud financiera y, en última instancia, en la tranquilidad al cerrar el mes.

“El mal uso de la tarjeta de crédito es uno de los errores más comunes. Muchas personas la ven como una extensión de sus ingresos, cuando en realidad es un compromiso de pago que debe ser bien planificado”, explica Esteban Correa, Subgerente Comercial de Andalucía.

Ambas tarjetas pueden ser útiles si se utilizan correctamente. Pero su uso ideal depende del tipo de compra, la capacidad de pago y los objetivos financieros personales. A continuación, algunas claves para distinguir cuál conviene en cada situación:

¿Cuándo usar tarjeta de débito?

Para gastos diarios y control de presupuesto. Ideal para alimentos, transporte, servicios básicos o compras menores. Permite gastar solo el dinero disponible y evita endeudarse.

Cuando se desea evitar intereses o pagos diferidos. No implica costos adicionales ni compromete ingresos futuros.

En lugares donde se prefiera liquidez inmediata. Por ejemplo, comercios pequeños o transacciones locales con límite de crédito.

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