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jueves, agosto 21, 2025

¿Cómo afecta el sonido invisible a tu cuerpo y tu mente?

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Las ciudades ecuatorianas se han convertido en escenarios donde el sonido no se detiene. Motores, construcciones, parlantes y multitudes generan una mezcla constante que, lejos de pasar desapercibida, ya empieza a ser medida. 

Aunque el ruido es parte del ritmo urbano, su impacto puede pasar desapercibido hasta que comienza a alterar la rutina diaria.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80 % de quienes habitan en grandes ciudades están expuestos a niveles de ruido superiores a los 55 decibeles. La misma entidad recomienda no superar los 70 dB durante el día y limitar el ruido nocturno a un máximo de 40 dB para evitar afectaciones progresivas en el bienestar físico, emocional y mental.

“La contaminación sonora no solo genera molestias momentáneas. Con el tiempo, puede alterar funciones básicas como el descanso, el estado de ánimo o la capacidad de concentración”, explica Ariana Araujo, audioprotesista de GAES. En este contexto, la especialista explica qué ocurre en nuestro cuerpo cuando estamos expuestos a ruidos que no escuchamos:

El cuerpo humano reacciona incluso a sonidos que no percibimos conscientemente. Sonidos continuos y de baja intensidad, como el zumbido de ventiladores, motores lejanos o aparatos electrónicos, pueden activar el sistema nervioso de forma constante. Aunque el oído se acostumbra, el cerebro no deja de procesarlos. 

Esta estimulación sostenida eleva los niveles de estrés, provoca tensión muscular y dificulta la relajación. Con el tiempo, incluso puede afectar el estado de ánimo o generar una sensación persistente de incomodidad sin una causa clara.

Durante el sueño, estos ruidos también tienen un efecto directo. Aunque no interrumpan el descanso de forma evidente, sí alteran su calidad, afectando especialmente las fases más profundas y reparadoras. 

Esto puede provocar cansancio al despertar, dolores de cabeza, irritabilidad o la sensación de no haber descansado, incluso tras varias horas en la cama. Muchas veces, la causa está en ruidos ambientales constantes: el tráfico exterior, un electrodoméstico encendido o un equipo técnico funcionando durante toda la noche.

La especialista de GAES destaca puntos clave para mitigar las consecuencias de estos sonidos:   Buscar momentos de silencio total; prestar atención a las señales del cuerpo; consultar a un especialista.

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