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miércoles, septiembre 10, 2025

De Riobamba a la Copa Davis

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TALENTO

Felipe José Rivadeneira Gallegos “Pipe”, es el primer tenista nacido en Riobamba que integra el equipo ecuatoriano de Copa Davis. Su nombre ya quedó escrito en la memoria de Chimborazo y del país al abrir una puerta desde una ciudad donde el tenis nunca fue un deporte con protagonismo.

Felipe Rivadeneira entró a la historia de la Copa Davis.

Pipe sin duda trabajó para esto; en el selectivo nacional enfrentó a los mejores exponentes juveniles. En la final, Felipe derrotó al pichinchano Mario Galarraga en dos sets intensos (6-4 y 7-5), un partido que se extendió más de dos horas y que exigió una fortaleza mental que, en el deporte blanco, es casi tan decisiva como el talento. La victoria le aseguró su lugar en la nómina oficial del equipo que representará a Ecuador en la serie contra Bosnia y Herzegovina.

El ingreso de Felipe a la selección se oficializó a través del capitán del equipo, Raúl Viver, quien le entregó la camiseta oficial, acompañado por el presidente de la Federación Ecuatoriana de Tenis, Patricio Galarza, y el dirigente Rodrigo Godoy. El gesto llena de valor lo logrado por un joven de provincia, formado lejos de los grandes centros de poder deportivo, había alcanzado un lugar que parecía reservado para tenistas de otros escenarios con más apoyo.

Para Riobamba, el tenis ha sido históricamente un deporte con poca incidencia en la ciudad, más asociado a prácticas recreativas que a procesos de alto rendimiento. La hazaña de Rivadeneira obliga a replantear esa visión, demuestra que la disciplina y el esfuerzo, incluso en contextos adversos, pueden cuestionar la centralización del deporte nacional.

Pipe Rivadeneira selló la victoria con parciales de 6-4 y 7-5, en un compromiso de más de dos horas.

El camino de Felipe comenzó a los ocho años, en un curso vacacional de la Federación Ecuatoriana de Tenis. Lo que parecía una actividad pasajera pronto se convirtió en vocación. Sus primeros golpes de raqueta se dieron en canchas donde las condiciones no eran las ideales, pero el entusiasmo infantil le permitió sobreponerse a las limitaciones. Desde entonces, no paró; torneos locales, campeonatos nacionales y competencias sudamericanas forjaron su carácter competitivo.

A lo largo de esa trayectoria, no faltaron las dificultades. Formarse como tenista en Riobamba fue competir en desventaja. Mientras jugadores de otras provincias contaban con clubes, entrenadores especializados y circuitos regulares, Felipe debió aprender a lidiar con carencias estructurales. El apoyo familiar fue decisivo, su hermano, Tin Rivadeneira, ha sido una presencia constante en su proceso, acompañando entrenamientos, viajes y desarrollo personal.

En sus primeras declaraciones como miembro oficial del equipo de Copa Davis, Felipe no ocultó la emoción: “Es un orgullo inmenso, un orgullo total… estar aquí, defendiendo a Ecuador”. Sus palabras no contienen retórica vacía; tienen la autenticidad de un muchacho que sabe lo que significa remar contra corriente.

La primera gran prueba de Felipe como parte del equipo nacional será este 13 y 14 de septiembre, cuando Ecuador enfrente a Bosnia y Herzegovina en las canchas del Rancho San Francisco, compartiendo espacio con jugadores de mayor recorrido y deberá demostrar que está listo para competir en una instancia de la élite deportiva.

Felipe Rivadeneira tiene 19 años, estar en el equipo de Copa Davis es un punto de partida, en el camino que se abre es para consolidar una carrera profesional.

Una provincia en deuda con sus talentos

La historia de Felipe se ha escrito a pulso desde niño.

El logro de Felipe Rivadeneira obliga a mirar de frente una realidad incómoda, Chimborazo y Riobamba han producido atletas destacados en varias disciplinas, pero el respaldo institucional sigue siendo limitado. Mientras ciudades como Quito o Guayaquil concentran recursos, infraestructura y visibilidad, los jóvenes como Pipe deben multiplicar esfuerzos para alcanzar el mismo nivel de preparación.

Su clasificación a la Copa Davis no debería interpretarse únicamente como un mérito personal, sino como un llamado de atención ¿cuántos talentos quedan rezagados porque no encuentran el apoyo necesario? ¿Cuántos jóvenes con condiciones similares se ven obligados a abandonar el deporte por falta de recursos? El caso de Felipe demuestra que la excelencia puede nacer en cualquier rincón del país, pero también que se necesita una política deportiva que no dependa únicamente de la voluntad individual y el sacrificio familiar.

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