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miércoles, septiembre 10, 2025

Sí a la cooperación, no a la politiquería

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Por: Alfonso Espín

Las circunstancias de violencia generadas por el crimen organizado frenan la actividad económica y rompen la tranquilidad del país entero, obligando a los ciudadanos a vivir en zozobra en medio de la muerte en las formas más crueles, ejecutadas por los grupos narco delictivos que operan en la actualidad.

El problema tiene dimensiones internacionales y obliga a los Estados a una verdadera cooperación, más allá de las posiciones de pensamiento político, como el intento del Gobierno actual de juntarse con los alcaldes de las principales ciudades del país, sin distingo de tienda política y en pos de combatir a la delincuencia.

Mantener las posiciones ideológicas: “derecha e izquierda”, si es que las hay, porque en los últimos tiempos han sido una pantalla electoral de esta “izquierda revolucionaria actual”, por ejemplo, para someter a los electores a una especie de pacto tácito, que les hace creerse “progresistas” e imposibilitados de mirar distinto y entonces de no salir de un estado de confort, como es el caso de muchos intelectuales, que durante toda su vida se han denominado izquierdistas, aunque sus existencias declaren algo distinto.

No es momento de hablar de soberanía y rechazar a la visita de Marco Rubio, Secretario de Estado de los Estados Unidos, cuando en las calles “los lobos”, “los choneros”, y los cárteles del narcotráfico, asesinan, vacunan y hacen del territorio nacional, un campo de batalla con motivo de sus perversos negocios.

Hoy más que nunca y sin ninguna vacilación, las posiciones partidistas carecen de importancia frente a los acontecimientos de salvajismo sin límite por parte de las organizaciones delictivas, luego pensar en que perdemos autoridad como Estado independiente, porque establecemos lazos de cooperación con el gobierno de Washington es un sinsentido y una irresponsabilidad pérfida que no piensa en el país, sino en sucios intereses electoreros o peor aún en salvar sus pellejos porque son parte de las mafias delincuenciales que debemos combatir.

Los habitantes de Ecuador y Latinoamérica, nos enteramos a diario de sicariatos, vacunas a comercios, secuestros, violaciones, asesinatos, tráfico de órganos, sin contar con el macabro daño de millones de seres humanos que pierden la vida en el mundo de la drogadicción.

La justicia es un imperativo en el país, por eso la academia privada, más allá de generar publicidades para llenarse de estudiantes y lucrar cada día más, debe dejar de lado esa posición “neutral”, sinónimo de indolente, y la pública, peligrosamente politizada a más no poder, deben comprometerse en la generación de pensamiento limpio entre sus estudiantes, para mirar con ecuanimidad los sucesos de la Patria. No es posible que ninguna casa de estudios superiores, organice conversatorios en torno al magnicidio, delito que se sucedió en el país con el asesinato de Fernando Villavicencio, cuya muerte no acaba de esclarecerse y castigar a los culpables, después de más de dos años del suceso.

Igual que la academia, todos los gremios y organizaciones civiles deben caminar hacia el mismo lado y fundamentar su existencia en las necesidades de justicia a tanto crimen perpetrado por las mafias criminales y repudiar las declaraciones de politiqueros prófugos que aúpan a gobiernos como el de Maduro, cuyo pueblo sigue paria en los confines del mundo.

La cooperación de los países de Latinoamérica y el mundo, en contra de los azotes del crimen organizado, es una obligación para el bienestar social y económico de la humanidad.

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