Por: Eduardo Naranjo
Los líderes de la historia educaron a sus pueblos para mejorar la calidad de vida, sin embargo, entre un lugar y otro hay diferencias por los métodos utilizados, probablemente eso marcó diferencias.
La educación-formación, proceso en el que la ecuación correcta es: profesor-alumno-familia dentro de un “entorno”, en el cual el papel del Estado es estimular procesos privados y públicos con sistemas eficientes para el libre pensamiento y la utilidad práctica.
Aquí se consideró enrolar al mercado laboral personas con grados académicos de posgrado y no resultó, porque la economía y las empresas privadas y públicas no tienen capacidad de validar y captar personas con altos estudios, creándose frustración en estos profesionales.
Sin embargo, el “negocio” educativo sigue ofertando estudios de posgrado, con relativa facilidad se pueden obtener “títulos” de maestría y doctorado (MSc y PhD) que en realidad no tienen el nivel de conocimiento y destreza que estos títulos exigen por lo que, quienes pueden optar por establecimientos en el extranjero lo hacen y algunos no retornan.
En EE.UU. estos estudios son “avanzados en conocimientos” y con rígidas exigencias, cátedras que disponen fondos aportados por capitales privados y gubernamentales, que permiten disponer de profesores con premios Nobel, Abel, etc. con la opción de que en ese “mercado” los profesionales tienen oportunidades de trabajo, remuneración adecuada y aprendizaje continuo, sin embargo, una publicación alertaba que ya hay saturación de especialistas. Aquí se promocionan “posgrados como negocio” sin enfoque práctico. El futuro exige ciencias para el mundo donde la IA es un gran competidor.
La Senescyt debe reorientar los posgrados, no se puede vulgarizar estos títulos académicos y peor con pocos maestros capacitados y resultados prácticos inciertos. Los jóvenes se verán frustrados si sus estudios académicos no les dan oportunidades para aplicar sus destrezas y obtener un adecuado nivel de vida.…