LUTO
Este sábado 13 de septiembre, el fútbol nacional volvió a teñirse de luto con la confirmación del fallecimiento de Leandro Yépez, jugador del club Exapromo Costa, víctima del ataque armado perpetrado la noche del pasado miércoles en Manta.
Su partida se suma a la de Maicol Valencia, quien perdió la vida de manera inmediata en el atentado, dejando un saldo doloroso que exhibe con crudeza la vulnerabilidad de un país atrapado entre la violencia y la impunidad.
El ataque ocurrió en el hostal Costa Azul, donde se concentraba la plantilla manabita antes de disputar un partido por la Segunda Categoría frente a Deportivo Quito. Según versiones policiales preliminares, sujetos armados irrumpieron en el lugar y abrieron fuego a quemarropa contra varias personas.
El saldo inmediato fue de cuatro fallecidos y dos heridos. Entre los afectados estuvieron los futbolistas de Exapromo Costa, quienes un día antes habían sido presentados como nuevos refuerzos del club, un momento de ilusión deportiva terminó en un capítulo trágico que vuelve a mostrar cómo el fútbol, reflejo de la sociedad, no está exento del clima de inseguridad que golpea con fuerza a las ciudades ecuatorianas.
No es la primera vez que Manabí se ve envuelta en hechos de esta magnitud. Apenas dos meses atrás, otro ataque en la misma provincia había cobrado la vida de Jorge Luis Vargas. La recurrencia de estos sucesos evidencia un patrón preocupante, la incapacidad de las autoridades para garantizar seguridad incluso en espacios que deberían ser de tranquilidad y convivencia, como lo es un entorno deportivo.
La indignación aumenta porque el partido entre Exapromo Costa y Deportivo Quito en el estadio Jocay no fue suspendido. Mientras los jugadores de un club lamentan la partida de sus compañeros, se mantiene en pie una programación deportiva que parece negar la magnitud de lo ocurrido.
