11.7 C
Riobamba, EC
jueves, septiembre 18, 2025

SOÑAR NO CUESTA NADA… ¿El paro beneficia o no al pueblo?

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email

Por: Fedgar

En Ecuador, la palabra “paro” ha dejado de ser un hecho aislado para convertirse en una práctica recurrente. Sectores sociales, sindicatos y movimientos indígenas recurren a esta medida de presión cuando sienten que sus demandas no son escuchadas. Sin embargo, la gran pregunta sigue flotando en el ambiente: ¿Estos paros, realmente benefician al pueblo o terminan perjudicándolo?

Desde una perspectiva histórica, las paralizaciones han logrado conquistas importantes. No se puede negar que, en ocasiones, el paro ha forzado a los gobiernos a retroceder en políticas que afectaban a las mayorías: alzas desmedidas de combustibles, reformas laborales regresivas o decisiones inconsultas. En este sentido, el paro se ha convertido en un instrumento legítimo de resistencia.

Pero también es cierto que los costos sociales y económicos son enormes. Durante los días de paralización se detienen actividades productivas, se interrumpen clases, se paraliza el comercio y se colapsa la movilidad. Quienes más sufren son, paradójicamente, los sectores populares: trabajadores informales que viven del día a día, estudiantes que pierden semanas de estudio, familias que no pueden trasladarse para atender necesidades básicas.

El paro, entonces, oscila entre ser una herramienta de defensa y una herida autoinfligida. Sus efectos dependen no solo de la justeza de las demandas, sino también de la forma en que se lo organiza. Cuando la protesta degenera en violencia, saqueos o destrucción, pierde legitimidad y el pueblo termina pagando una factura mucho más alta que la que se pretendía evitar.

¿Beneficia al pueblo? La respuesta no es sencilla. A corto plazo, los paros golpean duramente la economía popular. A largo plazo, si logran detener medidas injustas, podrían representar un alivio. El dilema está en encontrar el equilibrio: ejercer el derecho a la protesta sin que la protesta destruya al mismo pueblo que dice defender.

En democracia, el paro debería ser la última opción, no la primera. Y los gobiernos, por su parte, deberían escuchar y dialogar antes de que la indignación social estalle en las calles. Al final, el verdadero beneficio para el pueblo no está en paralizar al país, sino en construir acuerdos que permitan avanzar sin sacrificar el pan de cada día.

Como soñar no cuesta nada, seguiremos desde este espacio, pugnando en la necesidad de buscar pacificar al país, cerrando brechas, buscando acuerdos y propugnando acercamientos y consensos que nos permitan el espacio de sosiego y paz, que son necesarios para la armonía, el progreso y bienestar del pueblo ecuatoriano.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email