DECOMISO
Un operativo en el mercado San Alfonso, tuvo como resultado el decomiso de cinco cerdos faenados que no contaban con el registro sanitario, la intervención, encabezada por autoridades policiales y sanitarias, puso al descubierto la comercialización de carne proveniente de un camal clandestino, sin guías ni sellos oficiales.

La alerta fue activada por una denuncia ciudadana y encendió las alarmas sobre un problema que persiste en silencio: el faenamiento ilegal y los riesgos que representa para la salud de los consumidores.
Todo comenzó con una denuncia ciudadana, un reporte anónimo alertó sobre la posible venta de carne de cerdo proveniente de fuentes no autorizadas, por lo que, la Intendencia General de Policía de Chimborazo, en coordinación con la Comisaría Nacional, Agrocalidad, el Camal Municipal de Riobamba, personal del Municipio y agentes de la Policía Nacional, organizaron una intervención sorpresa en uno de los centros de abasto más tradicionales de la ciudad.
Los inspectores recorrieron los puestos de carne, revisando etiquetas, sellos y documentación de los productos. Fue entonces cuando se detectaron cinco cerdos faenados, listos para la venta, pero sin las guías oficiales que acreditan un origen legal y un proceso higiénico aprobado por el camal municipal.
La carne incautada no solo carecía de los documentos necesarios; tampoco tenía los sellos sanitarios que garantizan un faenamiento bajo condiciones de higiene controladas. Esto levantó sospechas inmediatas de que se trataba de producto proveniente de un camal clandestino, lo que representa un serio riesgo para la salud pública.
“Los animales no contaban con las guías que emite el Camal Municipal. El control responde a una denuncia y actuamos de inmediato para precautelar la salud de la ciudadanía”, explicó la comisaria nacional, Janeth Maza. El caso de San Alfonso no es un hecho aislado.
El faenamiento clandestino sigue siendo un problema recurrente en varias ciudades del país. Según cifras de Agrocalidad, miles de kilos de carne sin registro son comercializados cada mes, burlando los controles y poniendo en riesgo la salud de los consumidores.
Las causas son múltiples: desde el desconocimiento de la normativa hasta la búsqueda de ahorro por parte de comerciantes informales. No obstante, las consecuencias pueden ser graves: enfermedades gastrointestinales, intoxicaciones e incluso brotes de patologías zoonóticas, como la triquinosis.
La operación generó un ambiente de tensión y sorpresa entre los comerciantes, algunos expresaron su respaldo, reconociendo que este tipo de controles son necesarios para mantener la seguridad alimentaria. Sin embargo, también hubo voces críticas.
La Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) dispuso su destrucción inmediata en el sector de Porlón, una zona designada para este tipo de procedimientos.
No se permitió su redistribución ni donación, debido a que no se podía garantizar que el producto estuviera libre de enfermedades o contaminantes, este tipo de medidas buscan frenar el ciclo de informalidad que comienza con el sacrificio ilegal de animales y termina con productos potencialmente peligrosos en la mesa de los consumidores.