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viernes, septiembre 26, 2025

Eliminación de subsidios: ¿existen otras formas de protestar?

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Por: Ugo Stornaiolo

En octubre de 2019, en el Gobierno de Lenín Moreno (hoy acusado por el caso Sinohydro, con colaboradores, amigos y familiares), hubo una furiosa protesta contra una medida económica de ese Gobierno: reducir el subsidio al diésel.

Desde las comunidades indígenas surgió el liderazgo violento de Leonidas Iza, que incitó a actores sociales a tomarse carreteras, plazas y calles, generando desmanes en ciudades como Quito. La capital tenía otro alcalde sin mando, Jorge Yunda, que dejó actuar a los manifestantes en once días de convulsión.

A Guillermo Lasso, en su Gobierno -junio de 2022-, otra revuelta de Iza, entonces líder de la Conaie, detonó el boicot legislativo a la gestión del mandatario, que tuvo que declarar la muerte cruzada en mayo de 2023 también por eliminar subsidios a los combustibles. Detrás de ambos “estallidos” (así bautizó Iza a su libro) estaba la RC.

En 2019, la prefecta Pabón ayudando en cierres de vías y abasteciendo de insumos a los manifestantes y el alcalde Yunda ignorando la destrucción del Centro Histórico de Quito. Tres años después, una presencia legislativa fuerte de RC boicoteó a Lasso, “autoayudado” con escándalos como el “gran cuñado”.

Eliminar el subsidio al diésel ahorra al fisco $1.100 millones anuales. Daniel Noboa usa el gran respaldo que tiene, pero aún puede desgastarse, tras 21 meses de ejercicio del poder, con ratificación electoral incluida. La pregunta es: ¿era el momento más adecuado para hacerlo?

Tras insistir en su guerra con la Corte Constitucional, con una marcha por la paz y su aseveración de que la consulta es la batalla final, se trasladó a Cuenca donde revocó el proyecto minero Loma Larga para, así dijo, defender el área de Quimsacocha. Su propuesta no convenció a miles de cuencanos que salieron a las calles.

Para neutralizar al movimiento indígena en su terreno, reubicó por tiempo indefinido la sede del Gobierno en Latacunga y ofreció compensaciones a los transportistas, principales afectados por la medida, para que no paralicen su servicio.

La oposición correísta y los socialcristianos piden otra vez el subsidio. A Noboa no le interesan las alianzas legislativas. Las organizaciones sociales no se articulan, ante un Gobierno arrollador, bajo el hiperpresidencialismo que tanto denotan los correístas (sus impulsores en Montecristi). La vieja táctica de quemar llantas y bloquear vías no funciona. Mientras las formas de protesta no cambien, Noboa o cualquier mandatario, saldrá fortalecido.

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