DESTINO
El arbitraje ecuatoriano vive horas bajas. No es una crisis reciente, pero sí cada vez más visible. Jornada tras jornada, los errores arbitrales se acumulan, generan escándalos, condicionan resultados y alimentan la desconfianza en la imparcialidad del torneo. A eso se suma un conflicto laboral latente con la LigaPro por los pagos retrasados.
Y como si eso fuera poco, ahora se ha destaparon las amenazas que los colegiados reciben tras las fechas disputadas. Luis Muentes, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Árbitros de Fútbol (Aedaf), puso sobre la mesa un hecho gravísimo que, hasta ahora, se comentaba en voz baja; los árbitros están siendo intimidados.
“Los árbitros son permanentemente amenazados, reciben llamados de gente desconocida”, aseguró el dirigente. Y aunque el tema ha sido ya reportado a la LigaPro, todavía no se conoce una respuesta institucional contundente. Ser árbitro en el fútbol ecuatoriano implica una responsabilidad técnica cada vez más difícil de ejercer.
La presión mediática, las críticas de clubes, jugadores y aficionados, y ahora la amenaza directa a su integridad física y psicológica, conforman un panorama que parece más una guerra de desgaste que una práctica profesional.
