Día mundial del medio ambiente.
David Hidalgo (Colectivo de Cambio Climático Kunun Pacha)
Las Naciones Unidas designaron el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente para destacar que la protección y la salud del medio ambiente es una cuestión importante, que afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo económico en todo el mundo. Esta debe ser la ocasión para re pensar la forma en la que habitamos nuestro planeta y replantearnos nuestros hábitos cotidianos como individuos, empresas y comunidades, en aras de la preservación y mejora de nuestra casa común. Los seres humanos hemos alcanzado un nivel de desarrollo que nos ha permitido la hegemonía de la supervivencia de nuestra especie a lo largo del poco tiempo que llevamos habitando este mundo, pero es ese mismo nivel de producción y consumo que hemos alcanzado durante estos últimos siglos los que nos han empujado a un consumo irracional de los recursos del planeta. Las acciones ecológicas deben transcender el ámbito de proponer una moda e instituirse en la única forma responsable de dirigir nuestras acciones en todos los ámbitos, estas premisas deben atravesar cuestiones como movilidad, alimentación, producción, generación y consumo de energía, entre muchos otros. Y es mucho lo que se puede hacer, y cada pequeño esfuerzo cuenta, desde rechazar elementos descartables llevando con nosotros nuestras propias tazas y cubiertos, llevar nuestra propia bolsa de tela al súper mercado, elegir la bicicleta o caminar para movernos por la ciudad, comprar a productores locales para minimizar la cadena de transporte, ahorrar energía, reciclar papel y plástico, reparar o reutilizar antes de desechar y cabe aquí un largo etcétera. Ojalá pronto llegue el día en que ya no necesitemos la etiqueta “Eco” para promover un producto o servicio, sencillamente porque entonces, habremos asumido nuestro rol de habitantes responsables de este planeta y que al fin entendamos que el cuidado del medio ambiente debe ser una de las principales tareas de nuestra especie.
Camino a la nada
Milton Luna Tamayo (El Comercio)
Estamos finalizando el año escolar y los estudiantes, sobre todo de tercero de bachillerato, así como sus profesores y familias, están al borde del colapso. Todo se agolpa, todo al límite, el agotamiento invade, la emoción revienta. Cada vez es más cierta la llegada del final de un momento de la vida y el inicio de otro con mayores responsabilidades, pero sin certidumbres. Salto al vacío. Los chicos y chicas sometidos a una tormenta de presiones, los trabajos finales, las evaluaciones, en particular una, las más temida desde hace una década, la prueba para el acceso a la universidad, que se transformó en el instrumento más expedito de discriminación y angustia para cientos de miles de jóvenes que, al no tener acceso a la universidad ni a ningún empleo, engrosa esa masa de rechazados que ni estudia ni trabaja, que se queda sin proyecto de vida y que en los más pobres se transforma en el semillero para el reclutamiento del crimen organizado. El descomunal crecimiento de la delincuencia, de la inseguridad, del sicariato se concentran en los jóvenes entre 18 y 29 años. Además, son los que más sufren y son violentados. Para el 2019, según datos del Consejo Nacional para la Igualdad Intergeneracional, en este segmento de la población hubo en el Ecuador 412 suicidios, de estos 324 fueron hombres, 349 mestizos. De este mismo grupo 426 murieron en el 2019 por homicidio o agresiones físicas en peleas. Sin duda estos datos al 2022 se han incrementado. Son tiempos de desgaste para las familias que se ven abocadas a gastos muy grandes, el paseo final, el baile de grado, los trajes formales, y la inminente inversión en la universidad. Algunos hogares con esfuerzos muy grandes o deudas pueden solventar, otros definitivamente, no. Entonces aparece el suplicio de unos padres y madres que tienen que aceptar su situación y pedir a los hijos “no vayas al paseo”, “no asistas al baile”, “no tenemos para la universidad”. Camino a la nada para esos jóvenes que dejaron de ser niños.
Crisis
José Chalco Salgado (El Mercurio-Cuenca)