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En un preocupante informe conjunto, Unicef y el Ministerio del Interior de Ecuador han revelado un dramático aumento en los asesinatos de niños, niñas y adolescentes, atribuidos a la creciente violencia generada por grupos delictivos en el país.
Según las últimas estimaciones proporcionadas por el Ministerio del Interior, recogidas por Unicef y publicadas la segunda semana de enero de 2024, el año 2023 registró un aterrador incremento del 640% en comparación con el año 2019. En total, se reportaron 770 casos de niños, niñas y adolescentes asesinados en Ecuador durante el pasado año, destacando un panorama sombrío y alarmante.
Uno de los eventos más desgarradores que ha conmocionado al país fue la masacre de cuatro niños y su madre en el Guasmo Sur de Guayaquil, marcando un trágico ejemplo de la brutalidad que enfrentan los menores en medio de la creciente violencia delictiva.
Garry Conille, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, expresó su profunda preocupación sobre la situación: “En los últimos meses, las muertes de niños, niñas y adolescentes han aumentado drásticamente debido a un incremento dramático del crimen en varias partes de Ecuador. También se reporta un aumento en el reclutamiento forzado de adolescentes por parte de grupos armados, y las instalaciones médicas y las escuelas están bajo asedio”.
Conille destacó que la interrupción de servicios básicos en áreas controladas por grupos armados no solo expone a más niños al riesgo de ser reclutados, sino que también corta el acceso a servicios esenciales como salud, educación y protección para cientos de miles de personas vulnerables.
Además de la impactante situación que enfrenta la niñez ecuatoriana, el informe señala la creciente amenaza a la integridad de personal médico, maestros y directores de escuelas, quienes son objeto de intimidación, extorsión y asesinato por parte de estos grupos armados, generando una crisis multifacética que requiere atención urgente.
Las autoridades locales y la comunidad internacional se enfrentan ahora a un desafío crucial para abordar y revertir esta escalada de violencia, protegiendo así a la infancia y garantizando un entorno seguro y estable para el desarrollo de las futuras generaciones en Ecuador.
