CAMPAÑA
Durante una semana, varios espacios brillarán en azul. Monumentos, edificios públicos y rincones simbólicos de la ciudad se iluminarán con ese color que intenta sacudir conciencias.

Detrás de esta acción simbólica, hay una de las problemáticas más graves y silenciadas del país: la trata de personas. En el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, que se conmemora cada 30 de julio, se ha lanzado la campaña “Luz Azul por las Víctimas”, que se realizará del 23 al 30 de julio.
La iniciativa pretende, en teoría, generar conciencia y promover la denuncia frente a un delito que muchas veces ocurre en la penumbra de la indiferencia social y el silencio institucional. Pero la pregunta que flota entre la escenografía de luces y mensajes es tan urgente como incómoda: ¿alcanza con encender luces para combatir una red criminal que mueve personas como mercancía?
Las estadísticas oficiales, siempre conservadoras, estiman que más de 6.000 personas han sido víctimas de trata en Ecuador. El 66% son mujeres, muchas de ellas niñas y adolescentes. Otras cifras indican que al menos 13% de los casos involucran a niñas y 9% a niños. Riobamba, al igual que muchas ciudades del país, no es ajena a esta realidad.
Aunque pocas veces se habla de ello en voz alta, los casos de desapariciones, migración riesgosa, explotación sexual o laboral, y redes de captación en línea están más cerca de lo que se cree. En algunos casos, el desconocimiento y la precariedad son el caldo de cultivo perfecto para que el delito florezca.