PREMIER
El Chelsea se impuso 1-0 al Manchester United en un duelo que dejó más preguntas que respuestas en cuanto al nivel futbolístico de dos históricos del fútbol inglés. La victoria, sin embargo, tuvo un alto valor para los locales: los mantiene en el cuarto lugar de la Premier League y con ello, cerca de un boleto directo a la próxima Champions League.
Entre los protagonistas del encuentro, una figura silenciosa y enmascarada se robó buena parte de la atención, Moisés Caicedo, el ecuatoriano que, pese a no estar entre los nominados a mejor jugador del año, sigue demostrando que su nivel no necesita galardones para ser reconocido.
El gesto más distintivo de la noche no fue el cabezazo de Marc Cucurella que definió el partido, ni las escasas intervenciones del VAR. Fue la aparición de Caicedo con una máscara negra protectora, consecuencia del golpe que sufrió en la jornada anterior frente al Newcastle.
Sin ser un impedimento, la protección facial pareció convertirse en símbolo de su temple para jugar al fútbol. Moisés jugó un partido serio, sobrio, sin alardes, pero con una eficiencia quirúrgica. Su tarea fue desactivar a Bruno Fernandes.
En ese duelo de cerebros futbolísticos, fue el portugués quien acabó frustrado y amonestado tras una entrada fuerte contra el mediocampista tricolor, como si el marcador invisible del ecuatoriano le hubiera sacado de sus casillas.
Caicedo cumplió con su rol de contención; también fue el motor silencioso de los pocos intentos de transición rápida del Chelsea. En un partido plano, él impuso ritmo cuando fue posible, y contuvo el daño cuando fue necesario.
Todo esto mientras cargaba con la presión de un club que necesita evitar el naufragio por segunda temporada consecutiva. Con este triunfo, el Chelsea suma 66 puntos y mantiene momentáneamente el cuarto lugar, una posición codiciada en una Premier League más impredecible que nunca en su zona media-alta.
