Vivimos en una era digital donde la comunicación es instantánea y global. Sin embargo, junto con los avances tecnológicos, han surgido nuevas formas de violencia que muchas veces pasan desapercibidas o son subestimadas. El ciberacoso, también conocido como acoso digital, es una de ellas, y representa una amenaza real para la salud mental y emocional, especialmente de niños, adolescentes y jóvenes.
A diferencia del acoso tradicional, el ciberacoso puede ocurrir en cualquier momento y lugar. Basta un mensaje ofensivo, una foto manipulada o un comentario hiriente en redes sociales para dañar profundamente la autoestima de una persona. Lo más alarmante es que esta forma de violencia suele ser anónima, persistente y viral, lo que dificulta su control y aumenta su impacto.
Como sociedad, es urgente actuar. Padres, docentes, autoridades y plataformas digitales deben asumir su responsabilidad. Es necesario educar en el uso ético y respetuoso de las tecnologías, establecer protocolos claros de denuncia y promover una cultura de empatía y respeto. No podemos permitir que la pantalla se convierta en un escudo para la impunidad ni que el silencio sea cómplice del dolor ajeno.
La mayoría de padres se preocupa por lo que sus hijos comen, estudian o con quién se juntan. Pero… ¿qué pasa con lo que ven, dicen o reciben en sus celulares? El ciberacoso es una forma moderna de violencia que puede estar ocurriendo frente a sus ojos… sin que lo noten.
Insultos en chats, burlas en redes sociales, fotos manipuladas… Todo esto puede parecer parte de la “vida digital”, pero no lo es. Puede afectar profundamente la autoestima de los hijos, alterar su comportamiento, su sueño, su rendimiento escolar y su bienestar emocional. Por eso es vital acompañar, conversar, revisar, orientar. No se trata de controlar, sino de estar presentes. Preguntar cómo están, qué redes usan, si han tenido alguna experiencia incómoda o si han visto que alguien más es acosado.
El ciberacoso no es un simple juego entre adolescentes. Es una forma moderna de violencia que debe ser tratada con seriedad y urgencia. Es momento de alzar la voz y construir, entre todos, un entorno digital más humano y seguro.